Apuntes para la formación del perfecto objetor fiscal (XXXII)

Lo que la inercia de vivir del presupuesto no hará, lo que la inercia del poder que supone adminstrarlo no hará, será terminar de una vez por todas con la farsa; la de quienes dicen encargarse del empleo y sólo reparten subsidios:

Uno de los objetivos prioritarios de la reforma de las políticas activas de empleo, ya en trámite parlamentario, es lograr que los servicios públicos de empleo sean más eficaces al intermediar entre las empresas y las personas que buscan trabajo. A tenor de los datos que divulgó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE), la tarea será ardua. En 2010, solo un 2,4% (374.000 personas) de los 15,3 millones de asalariados aseguraron haber logrado su empleo gracias a la gestión del antiguo Inem.

Desde 2005, año en el que se empezó a realizar una explotación más amplia de la encuesta de población activa (EPA), la proporción de trabajadores que fueron contratados gracias a los servicios públicos de empleo nunca había sido tan baja. Y, como viene ocurriendo desde 2006, las empresas de trabajo temporal generan más ocupación (un 3% de los asalariados), pese a que no pueden operar en algunos sectores, como la construcción. El contraste es mucho mayor en el colectivo de personas de entre 25 y 34 años: un 2,1% se colocaron a través de los servicios públicos de empleo; un 4,8% gracias a las empresas de trabajo temporal.

Como atestiguan las cifras, ni los servicios públicos de empleo ni las empresas de trabajo temporal son la vía más frecuente para lograr un contrato. El tradicional boca a boca, los anuncios de ofertas de trabajo (con Internet copando todo el protagonismo) y las oposiciones en el caso del empleo público son caminos mucho más frecuentes.

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