Blade Runner

Estoy sentado en el Shinkasen que conduce de Tokyo a Osaka. Mi computadora enchufada a una toma de corriente eléctrica del propio tren. Un dispositivo menor que mi mano me ofrece 21Mbs de descarga de datos: lo recibí en un sobre perfectamente equipado con batería de repuesto, instrucciones claras y un sistema para devolverlo por vuelta de correo. No he visto a nadie, lo contraté directamente por una web. Anoche terminé una videoconferencia con Sao Paulo desde esta misma computadora, ellos se levantaban. Más tarde, me avisan de Colombia que esperan un correo mío vía whatsapp. Lo envío. Me despierto y me encuentro con un correo invitándome a acudir a dar unos cursos a Cuba y, mientras espero en la estación, aparece otro correo de un viejo conocido que no sabe de mi y que me dice que me espera en Nueva York. En Madrid, claro, siguen recibiendo comentarios míos de trabajo aunque se supone que estoy de vacaciones. Por supuesto, los horarios de tren se han consultado en mi smartphone, las reservas de hotel se hacen sobre la marcha desde la web y con una tarjeta de crédito y en la calle me oriento con los mapas del teléfono aunque todo esté escrito en japonés. ¿Esto eran cosas que leíamos y veíamos en la ciencia ficción?

(Ayer leí un tuit en algún lado en el que decía más o menos si nos dábamos cuenta de que algunos éramos la última generación en recordar como era el mundo antes de ser digital)

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