Imagínese usted que van y descubren el hiperenlace en 2011…
Me acerqué a Luis Rull al acabar y le dije: «Luis, hace dos o tres años, le hubiéramos tirado tomates desde la sala». Que un afamado director de periódico con twitter reconozca que se cae del caballo y afirme cosas como «Twitter permite la profundidad» y «tiene mucho fondo de armario» porque a tavés del tuit se puede enlazar con el más sesudo ensayo» no es verdaderamente criticable. Que explique la potencia del enlace para crear un contexto a lo que se supone que es o debiera ser un grupo de bloggers aguerridos, no deja de ser algo entre pretencioso, inutil y risible. Que twitter dé mucha profundidad por ello genera sonrojo intelectual cuando, es obvio, el enlace puede formar parte de cualquier texto que, por supuesto, será mucho más rico que los 140 caracteres. Es como si volviéramos a hace unos lustros y tuviéramos que explicar de nuevo qué es el hipertexto y sus consecuencias. Caramba, no está mal.
Pero la situación se torna en decepción y, por qué no, en un acto de toma de conciencia de lo lejos que ha quedado el utopismo y la realidad de la red (el diario se refiere a una cosa que se llama Eventoblog como un encuentro de la web social y, por tanto, se han olvidado de la palabra blog) cuando el Señor de las Órbitas dice que las redes sociales son maravillosas porque les permite a los periódicos ejercer su labor de control político (¡toma ya!) gracias a las contribuciones, apoyos, sugerencias, etcétera que la caterva de seres sociales de los que dice que, gracias a twitter, tienen identidad digital, marca personal y bla, bla, aportan. Cuando, también, vuelve con la cantinela de que son los periodistas profesionales los que más o menos son los que tienen que decir y hacer las cosas. Por esos mismos motivos, a Marta Pastor le llovió de todo en rugidos, esos mismos twitts que ahora se valoran por encima de sus blogs hace, como he dicho, no más de tres años. Egocéntrica y pretencionsa, por lo menos tanto como un columnista de periódico, la comunidad blogger tenía en su favor un pulso vindicativo de su labor desintemediadora, eran seres orgullosos de su identidad proyectada de forma autónoma sobre los medios, los verdaderos enemigos de esa nueva comunidad a la que se acusaba de todo tipo de tropelías por falta de rigor, rumorológía y exceso de ambiciones mientras cada día mostraba lo mal que estaban escritos los periódicos.
Pero, en vez de tomates, un joven se levanta desde el fondo para hacer una pregunta insulsa y le dice emocionado al director de periódico que ya tiene dos nuevas suscripciones para su engendro orbital, un sitio que vendió, claro, como su libro, sin que nadie le acusara de aprendiz de historiador que es lo que, más o menos, hubieran sugerido él y los suyos sobre cualquier blogger entrometiéndose en su agenda. Un sitio que vendió sin que nadie abucheara ni gritara en voz alta que no sirve para los lectores de RSS. Sí, se prodigó en citas y descubrimientos. Como el del director de periódico anglo que asegura que twitter makes you stupid. Yes, it did. Pero, por supuesto, lo sabe. O lo intuye: es la venganza más intensa sobre los bloggers que una vez lo azotaron. Ver cómo con los twits él se convierte en el censor de lo bueno y de lo malo y hasta se impone sobre su redacción profesional. Y a seguir vendiendo órbitas. Todo eso mientras cuatro horas antes contemplaron como David Bravo explicaba el rigor informativo de esos mismos medios sobre descargas, enlaces y leyes represoras de la red: ¿qué parte no entendieron?.
P.D.: ya no hay sesión dedicada al estado de la blogosfera. Este es el estado.
12 noviembre 2011 a 14:08
[…] en RMD No dirán que no avisamos: El dospuntocerismo da por muerta la blogsfera. El ambiente dospuntocerista «representaba», en el sentido teatral, una falsa confrontación con […]