Anales de la consultoría de mercadeo

El cliente te dice, casi con preocupación, que espera observaciones e indicaciones sobre cómo recórcholis pueden tener una relación fluida con unas personas que llama influyentes. Está sentado sobre un trono metafísico vendiendo «conectividades» y modos de «compartir» a diario. El proveedor se siente honesto y sólo sabe decirle que no hay rocket science. Le pinta en la pizarra un teléfono negro, de esos con disco para marcar y ningún botón de los que silencian o rellaman. Casi hubiera preferido pintar una ventana y un patio. Y le viene a decir que, al final del día, nada como hacer algo tan antiguo como hacer sonar tu voz y preguntar ¿cómo estás?, ¿qué necesitas de mí?. La escasa sofisticación de la tecnología subyacente y del modelado intelectual deja al cliente pensando, un tanto aturdido al no escuchar algo que pusiera un libro científico o un ensayo de escuela comercial. Pero el proveedor toma aire e insiste en añadir un detalle que cree importante: no basta una vez, no es flor de un día, es repetirlo con frecuencia y, esencialmente, porque deseas hacerlo. Es que, si no, parece que te acuerdas por algo y el influyente no aceptará ser influido. Esencialmente, no escribas otro folleto, un nuevo claim, no redactes el brief de una campaña, no lo compliques… Sólo te vas a repetir. Si es que está todo inventado.

2 Respuestas a „Anales de la consultoría de mercadeo“

  1. Jose Alcántara Dice:

    La terrible diferencia entre el lobo malvado que se disfraza de abuelita para «engullirte mejor» y la abuelita de verdad que con todo su cariño te prepara un bocadillo de nocilla (algo que tu madre jamás aprobaría, pero de lo que no tiene por qué enterarse).

  2. Gonzalo Martín Dice:

    Los niños de ahora ya no hablan de Nocilla, hablan de Gnutella 😛