Ese spammer que llevamos dentro y que regresa como las golondrinas
Con el tono pueril que caracteriza lo que llamamos prensa o medios, leo en algún lado que los especialistas en marketing están muy seguros de que anunciando antes las fiestas (es decir, la navidad) antes compramos. Debe ser verdad, que con el dinero no se juega. Al recordarme la navidad, y no sin cierta angustia, me trajeron a la mente el temor de que dentro de pocos días me aparezca en el correo electrónico el mensaje de algún amigo entrañable (sin coña: lo será) que tiene un primo que comercializa lomos y jamones (ibéricos, por supuesto) a precios de rechupete y que yo podré disfrutar gracias a su enorme gentileza. El mensaje vendrá disfrazado de cordialidad y un cierto tono enrojecido de quien sabe que está forzando la amistad. Un antropólogo de guardia podría ver en ello el tradicional reparo al comercio del celtibérico. Un bienpensante el deterioro de la buena educación. Un candidato a geek contemporáneo la constatación de que el spam es la otra cara de nosotros mismos. Razonamiento pseudofilosófico de la semana: en el fondo, todo es spam. Esto mismo es spam. Todos tenemos un spammer dentro. Todos queremos poder spamear. Ser spammer por un día, libera. Spam y ego son equivalentes. Puesto que el spam termina en la basura nuestro ego se ve, como sucede en la vida cotidiana, inevitablemente arrinconado por los demás. Y también como en la vida cotidiana cuando el ego se desborda y se nos pone en evidencia, nos sonrojamos. En fin, spam y persona deben ser exactamente lo mismo.
Ozú, cuánto rollo.
PD: cierta vez imaginé que iba a escribir un cuento en el que la navidad se había vuelto tan absurda o tan indiferente a la vida normal, por aquello de que hay salmón para todos y todo el año, que a los directivos de El Corte Inglés se les olvidadba anunciarlo y nadie se acordaba. El intento de escribirlo murió antes de empezar: había principio, pero no había final. Quiero decir ningún final aparte del riesgo pelmazo de redescubrimiento de eso que dan en llamar el espíritu de la navidad, redención religiosa o algún otro aburrimiento por el estilo. Es decir, que no di con un cuento, sino con un la descripción de un posible hecho.
22 noviembre 2013 a 7:52
> el spam es la otra cara de nosotros mismos.
Brillante 🙂 Es cierto que si seguimos por esa ruta terminaremos hablando de si el altruismo es altruismo lo hacemos por puro egoísmo (para sentirnos mejor con nosotros mismos), pero como marco está bien.
PD. Ese relato casi lo tienes, te falta injertar con otra trama que te proporcione el desenlace… y listo 🙂
22 noviembre 2013 a 13:35
No me veo…