Riesgos de la itinerancia

Mi maleta llegó con un día de retraso de Cali. Las cremalleras que la cerraban están abiertas de una forma incomprensible (rotas, en román paladino). Y desconozco si la podré volver a cerrar. En el exterior, encuentro todo un detalle de la administración tributaria española que, puede ser, ha inspeccionado mis calzoncillos y calcetines. En el interior, una cortesía del gobierno colombiano en la que se me advierte de que todo el proceso de evaluar el contenido de mi equipaje se ha hecho con una cámara de vídeo supongo que para evitar sorpresas. O robos.

Los detalles curiosos son dos. Un paquete de café de obsequio lleva dos minúsculos agujeros que permiten evaluar aroma y textura (casi de milagro esto último), lo que lleva a preguntarse para qué tanto perro antidrogas. Ya el funcionario que revisó mi maleta de mano se dedicó a oler la cartera donde llevo mi computadora (ojalá le haya apestado) en medio de una conversación de manual de seguridad en la que aparentemente simulan ser simpáticos conmigo para ver si me pongo nervioso. Como todo el nivel sea éste, estoy por estudiar mi futuro como traficante.

El segundo detalle curioso es que vengo con más cosas que las que yo empaqué en la maleta. Una bolsa plástica con varios frascos de desodorante femenino ocupaban un sitio que yo – y espero que se den cuenta de la lógica del asunto viajando solo – no podía haber incluido. Está grabado en vídeo, se supone, pero uno no puede evitar preguntarse si en caso de que hayan encontrado una substancia perseguida no se confundan igualmente de maleta.

La insoportable guerra contra las drogas destroza tu intimidad y tu seguridad. Es incompresible que alguien quiera continuar con el prohibicionismo. De paso, podrán revitalizar la industria del entretenimiento, que con la misma perspectiva que ahora tienen los años de la ley seca permitirán entender todo este disparate.

En caso de novedad, dicen, póngase en contacto con la aerolínea. Que les den a todos.

4 Respuestas a „Riesgos de la itinerancia“

  1. Jose Alcántara Dice:

    Qué fuerte si llega a aparecer en tu maleta algo que te meta de cabeza en un lío… :S

  2. Gonzalo Martín Dice:

    Sobre todo la sensación de ausencia de control real: si apareció algo que no era mío, es porque se abre todo a la vez y quién me dice que no soy el señuelo de alguien en una trama corrupta. Graban en vídeo vale ¿cómo lo sé? Salí del país sin la maleta. Luego se inspeccionó después. Si llevara mercancías reprobables no la hubiera reclamado en el aeropuerto, digo yo. ¿Por qué no subió al avión en el primer momento? ¿Por qué tanta tecnología y el pasajero en la incertidumbre? No, no les basta con los túneles de rayos x, un policía simpatiquete tiene que volver a abrir todo lo que llevas y colocarlo mal. Siempre mal. Eso sí, con guantes, que supongo que es para no mancharse ellos. Sería risible si no es porque es trágico.

  3. Jose Alcántara Dice:

    Si te sirve de consuelo, en el aertopuerto de Hondarribia me rompieron un candado de mi maleta y la cremallera, en un vuelo «interno» (supongo que la guardia civil no considera externo un vuelo Málaga-San Sebastián).

    Y por supuesto, ni una nota ni un papel, ni ningún aviso sobre garantías en vídeo que simulen estado de derecho. Nada: la maleta rota, eso fue todo.

    Y se puede saber si hay algo o no: en mi caso en esa maleta no había ni un elemento metálico (portátil y gadgets viajan conmigo, en bolso de mano). Nada que bloquease la detección de cualquier bulto raro vía Rayos X.

    En fin, llegaste sano y salvo, pero acojona que desde Bogotá te hagan eso. Conozco historias de terror (merecidas, eso sí) y que te caiga una de éstas sin comerlo ni beberlo sería en efecto trágico.

    Nada, habrá que esperar a que EEUU legalice para que todo el mundo descubra súbitamente que la legalización y regulación no sólo es buena para sus ansias recaudadoras, sino para la paz mental de todos.

  4. Gonzalo Martín Dice:

    Fue desde Cali, lugar donde acaban de detener a una de esas grandes emperatrices femeninas de las drogas y que se encargaba de conectar con México. Nadie los ha detenido nunca en un aeropuerto, pero bueno. Salir desde Bogotá es una balsa de aceite.
    En EEUU, en plena guerra del mal, al menos te dejan muy clarito que si cierras con candado, será roto y tu maleta abierta. Siempre te encuentras dentro un papelito educado y las cosas no demasiado revueltas. La última vez decidieron abrir un frasco de sirope de arce fetén que me traía: ya sabes, no se pueden subir líquidos al avión. Por supuesto, rompieron más que abrieron el precito y lo cerraron mal. El sirope se vertió por toda la maleta dejándola inservible.
    Esto de que el estado husmee en tu ropa interior, te deje tu equipaje revuelto, rompa tus equipajes y no genere ni una sola demanda o protesta conocida de las amnistías, los derechos humanos de cualqueir cosa me mosquea. Obviamente, el discurso del bien universal (oiga, le estamos quitando terroristas con bombas) impide ni siquiera protestar. Pero, fíjate, estoy dispuesto a abrir mi maleta yo mismo por mi propia seguridad y abrir y mover lo que me digan. Pero que un señor con guantes revuelva mi ropa y menos sin estar presente lo haga, simplemente me indigna.