De la propiedad de la verdad
El gran problema de la web, con toda la polémica que ha generado, es sencillamente que rectifica, aclara, desmiente o corrige. Si lo que aclara, rectifica, desmiente o corrige lo hace con razón, a nadie parece importarle, porque a los periodistas la verdad real, la verdad de las personas normales, parece no importarnos. Sólo nos importa nuestra verdad, aunque sea una mentira, y por eso no soportamos que nadie se atreva, siquiera, a puntualizarla. La web del Ayuntamiento de Madrid es una herramienta útil para el periodista: le enseña la versión de los hechos de una de las partes. En lugar de usarla, nos escandalizamos. No queremos saber nada que no sea nuestra verdad, aunque muchas veces sea mentira.
Tatxo Benet, sobre la web de Carmena.
25 julio 2015 a 12:24
Periodista hasta el final, resulta que como a los periodistas, y en su calidad de periodistas, no parece importarles «Si lo que aclara, rectifica, desmiente o corrige lo hace con razón» entonces es que «a nadie parece importarle».
¿A nadie? Un carajo: a mí es lo único que me importa.
Y aprovecho aquí a decir que la web empezó realmente mal: el post que había arriba del todo cuando la dieron a conocer parece un chiste de estos de «desmiento tajantemente que yo esta noche me haya acostado con Scarlett Johansson», ya sabes desmentir lo que nadie había dicho, y sin enlazar.
Aquí la noticia que armó el «escándalo»: El Ayuntamiento de Madrid estudia crear una tasa al turismo y otra a los cajeros.
Aquí el post de la verdad oficial: El Ayuntamiento de Madrid no ha anunciado nuevas tasas.
Ah, ¿pero alguien había dicho que las hubieran anunciado? ¡No! Sólo que las están estudiando… como bien confirman en el post («Es una de las tasas que entra dentro de lo posible que se pudieran establecer ya en presupuestos del 2016, pero estamos en la fase todavía inicial del análisis de esa posibilidad»).
El problema es que esa web es parte de una decisión política y juzgar la técnica y la política por separado es especialmente complicado en este caso. Porque la decisión política ha sido la de hacer un desmentido afeando la información publicada, a pesar de que la misma era (más o menos) fiel a la verdad, sin enlazar a las supuestas fuentes (les faltó la sorna «circulan por los mentideros de Madrid…»).
Y entonces el regusto que queda es que, de hecho, les sentó mal que se informase sobre la deliberación en curso. Pues oiga, da que pensar, porque hay motivos. Exagera mucho Rallo con el «Aló alcaldesa», porque hay una diferencia enorme entre abrir una web para informar y cerrar las webs de quienes podrían informar (que es lo que hizo el amigo Hugo siempre que le alcanzó la garra). Pero no aplaudiré la iniciativa hasta que me demuestren que son de fiar, al fin y al cabo en ese partido el #1 y el #2 (Iglesias y Errejón) se han manifestado abiertamente en contra de la libertad de prensa, y Echenique ya sugirió la necesidad de hacer un registro oficial de «medios buenos y medios malos», así que una decisión como ésta, la primera de la legislatura y difícilmente una improvisación, hay que tomarla con mucha mucha cautela…
25 julio 2015 a 18:36
En cambio, yo creo que se puede separar. Porque la esencia de la crítica generalizada consiste en que lo haga. No en lo que dice. Lo que dice es más que matizable, pero ya la contestamos aquí sin ir más lejos. No es Aló Presidente porque no impide a los demás expresarse con las mismas condiciones que sí es lo que hace el hecho de que el cargo público acapare la televisión pública, es decir, que Carmena no se mueve en un entorno escaso donde sacar ventaja, sino en uno distribuido donde tiene que ganarse su reputación. Sea la que sea.
La crítica política claro que existe. Que es un movimiento con fuerte trasfondo totalitario y anticomercio en todas sus declaraciones y casi diría que acciones es un hecho. Que probablemente intenten quitarnos la voz con una mayoría aplastante, casi que lo apostaría. Pero el conjunto de lo que yo, al menos, pretendo dirimir aquí, es el hecho de que se ataca el hecho de diseñar un canal de expresión y de que diga lo que quiera. Al final, en ese lo que quiera los votantes dirán lo que piensan. Yo ya decidí lo que no iba a votar, y no he cambiado de opinión incluso leyendo la versión original.