Quedan veinte días para la liberación
20/04/2020. Es el primer día que me he cruzado con alguien en la escalera. No le había visto nunca. Llevaba unos airpods. Saludé. No me oyó.
Some of us, meanwhile, insisted on writing,
Camus, La peste.
La luz de la escalera se enciende automáticamente cuando hay movimiento. Mi puerta tiene, es una casa antigua, una media luna de vidrio en lo alto de la puerta. Así, cada vez que la luz se enciende, cada vez que alguien sube por la escalera, puede verse el rellano iluminado. Durante las cinco semanas de encierro, cada vez que bajaba, antes de abrir la puerta, veía cómo la luz se encendía. «Alguien más sale o viene de la calle» pensaba todas las veces. Al ser siempre y tantos días, me he preguntado insistentemente quién entraba y salía. Cuando abría la puerta, nunca veía a nadie. Pero me decía que, realmente, debía ser mucha gente entrando y saliendo a pesar de que no era esperable. Hoy comprendí todo: el sensor que prende la luz es tan sensible que, a través de la media luna de la puerta, detecta mi movimiento e ilumina la escalera. Todos los días que bajé a la calle, lo hice solo. Hasta hoy.
No volveremos a estar en casa como hemos estado en casa. Dicen algunos panaderos que el espontáneo interés de media población por hacer pan en casa es sólo una «manualidad para niños». Un reportero se plantea sutilmente si eso es una amenaza para los panaderos de verdad. Es decir, si la gente hace su pan, no lo comprará a los fabricantes convencionales. El comercio y la acción humana, en realidad, siempre sorprenden. Cuando discutíamos sobre propiedad intelectual y defendíamos que la difusión libre del contenido en redes terminaba beneficiando al artista, no te tomaban en serio. En realidad, ahora es la vida cotidiana. El fundador de Panic, el sitio donde, aparte de las hogazas de Ciudad Rodrigo, he comprado el mejor pan que he comido en mi vida, tiene una visión verdaderamente más aguda. Pensar que la gente va a estar haciendo pan toda su vida, con el tiempo y el espacio que tiene es una idea que, creo, sólo sirve para tratar de hilar un artículo y levantar interés. «Cuanta más gente haga pan en casa, más criterio va a tener a la hora de consumirlo y mejor pan va a comprar. Y no es una idea, es una experiencia». Caso cerrado.
Optimismo casi patológico. Bill Gates también es el promotor de unos nuevos reactores nucleares que reducen el riesgo al error humano a nada y que permiten recuperar el uranio desechado en las centrales tradicionales. Es decir, ese nirvana de disponer de energía limpia y cuasi ilimitada sin recurrir a la fisión nuclear. El prototipo se iba a probar en China, pero la guerra comercial detuvo un acuerdo hecho. Si las guerras comerciales se tenían por malas, sumémosle otra más. Han encontrado un material que permite almacenar hidrógeno más fácilmente para las pilas de combustible que facilitarían el transporte (y más cosas) de modo limpio y a buen coste. A eso podemos añadirle el desarrollo de otro material que permite la impresión digital del acero con las mismas propiedades que los procedimientos tradicionales. La vacuna llegará. La tecnología se pondrá por delante de los temores mundanos: de las emergencias climáticas, las pandemias y puede que hasta dote de autonomía al individuo para ser resiliente por encima de la tendencia de cada vecino a hacer de sus preferencias regla de conducta universal. El papel me lo aguanta todo, pero qué placer argumentarlo.
Salidas: Cocacola zero y pasta de dientes.