De Calidad
Escribe Versvs:
¿Oyeron a alguien alguna vez hablar de el Zara de calidad, del Amazon de calidad, del Volvo de calidad? No. Porque no les hace falta.
Y no me resisto y le dejo un comentario, y me quedo tan contento con él que lo quiero también en mi casa. Y que aquí lo dejo, eliminando erratas, lo que debe conducirles a leerlo a él allá:
El final de los ochenta y los primeros noventa trajeron como resaca de la victoria japonesa en la industria automovilística mundial (y de la fotografía y de la…) la necesidad de aprender los métodos de lo que en occidente se tuvo que llamar «gestión total de calidad». Los enseñantes de esta disciplina empezaban siempre por matar las falsas creencias de sus audiencias: la asociación de calidad a bueno. Un mercedes es bueno, un seiscientos malo. La respuesta de los gestores de calidad era no: los dos pueden ser de «buena calidad» SI, y esta es la cuestión, el producto cumple tus expectativas al precio que estás dispuesto a pagar.
Por tanto «calidad» a secas es ingestionable porque, más en servicios, tu idea de calidad no es la mía y no es la del vecino. Así que la medida de la calidad de las AA.PP. es qué prestaciones, con qué nivel de desempeño son capaces de producir con el dinero que les das. Décadas de fracaso en la formación de idiomas y de matemáticas en España sugiere que la «enseñanza de calidad» es un mito y que todo el mundo saluda al estado de forma «ideal» (de idealismo) y no con el estado realmente existente. El estado «ideal» también vive de la comparación con otros estados más llamativos o radicalmente más diferentes. Que otro lo haga quiere decir que sí se puede… lo que pasa es que hacerlo, ser capaz, parece ser que tras décadas y décadas de confianza en la democracia no lo consigue.
¿Si el estado no es capaz de enseñar -bien- idiomas pero consume el dinero no será mejor que nos lo descuente de nuestro aprendizaje con una medida comprobable (sobran tests de competencia linguística) y además nos enfrentamos de forma racional a quién sí quiere aprender y a quien no quiere emplear el dinero (de los demás, no de todos) con respeto al esfuerzo que supone cederlo a los demás? Call me facha. Pero cuando el 40% del valor de una nómina se entrega al estado a cambio de promesas «de calidad» y no funcionan, no vale decir que se recauda poco con respecto a Noruega (que lo recauda mejor y de otra manera), es hora de preguntarse por qué te voy a dar más dinero si no sabes qué hacer con él. O lo vas a hacer mal. La respuesta común: que el estado ideal actúe en nombre de la igualdad, bla, bla; cuando partimos de la desigualdad más radical por diseño: mientras tú te expones al mercado y corres los riesgos inherentes a él, el funcionario de carrera nunca tendrá que enfrentarse al desempleo. Y seguirá cobrando su sueldo. Al menos que los defensores del progreso como colectivización a la fuerza se avengan a discutir estas paradojas.