No brainer
martes, 6 agosto 2013La cuestión de la marihuana resulta ser un auténtico caso de estupidez colectiva:
La cuestión de la marihuana resulta ser un auténtico caso de estupidez colectiva:
En la última temporada de Weeds, realizada casi en términos de novela de anticipación, nuestra transgresora protagonista recibe una mareante oferta de compra de sus cafeterías repletas de pasteles de marihuana. Una especie de starbucks del cannabis. En el término de la temporada inmediatamente anterior, un productor de tabaco alicaido ante el futuro ha ideado una marca de marihuana – aún ficiticia – y se acerca al cultivador, fabricante y consumidor hijo de Nancy Botwin porque necesita quien sepa hacerlo. Con un hábil mecanismo de evaporación legal del rastro de desarrollo de semejante barbaridad. Como la realidad siempre supera la ficción, tenía que ser una cuestión inminente y que provenga de uno de los reinos de los nerds, algo que no deja de ser lo esperado: (más…)
Fracasado el referéndum californiano, enfrascados en las dudas uruguayas, en Australia también se proponen legalizar el cannabis (¡y el éxtasis!) ante la confirmación de la inutilidad del prohibicionismo. Y sus consecuencias. El sistema celebra una y otra vez su lucha contra las drogas con cada alijo monstruoso confiscado, como celebra el asalto a Megaupload. Pero las drogas vuelven como vuelve Kim Dot Com.
Godin se temía lo peor y lo peor casi ha ocurrido. No es una debacle, como planteo en los comentarios, en realidad me parece que se abren nuevas puertas cuando un país pequeñito reduce el prohibicionismo aunque tenga tintes veraderamente orwellianos: ¿le dirías al estado que fumas marihuana si fumas marihuana y aceptarías estar en un registro de consumidores de marihuana?.
Fracasada la legalización californiana, aparece diríamos que inesperadamente el papel del Uruguay. Sobre la cuestión de los motivos, no hay sorpresa: «Esta combinación trágica de corrupción está afectando a gran escala a México, Honduras, Guatemala y ahora a Ecuador y a Brasil. No queremos que nos pase lo mismo». Es mucho más interesante que el periódico (¿he dicho periódico?) diga: «Uruguay quiere convertir la legalización de la marihuana en eje de su política exterior». Droga y descargas se parecen como dos gotas de agua: las dos sirven para imponer controles inútiles a la población para los fines perseguidos, pero permiten construir todo un mecanismo de inspección y represión junto al mantenimiento de prebendas y privilegios, la mala calidad de los productos propia del mercado negro y sus males afines. Llegamos a pensar que Brasil iba a ser quién hiciera de la minoración de la propiedad intelectual el eje de su política exterior, pero el sueño, cómo no, se disolvió como todos los sueños hacker como lágrimas en la lluvia. Qué pasará, qué pasará… Godin nos lo contará.
«Las actuales políticas están teniendo efectos devastadores. Alimentan la epidemia de sida y traen consigo violencia, un aumento de los índices de criminalidad y la desestabilización de estados enteros. Y, lo peor de todo, es que no reducen el consumo de estas sustancias. Como científicos estamos comprometidos a elevar nuestras voces para promover políticas que reconozcan que la adicción es una enfermedad y no un crimen«
«En América Latina, el único resultado de la prohibición ha sido el cambio de las áreas de cultivo y cárteles de un país al otro, sin reducir la violencia ni la corrupción que genera el narcotráfico», reconoce el ex presidente Cardoso, para quien «en vez de apegarnos a políticas que han fracasado y acarreado consecuencias desastrosas, debemos dirigir nuestros esfuerzos a la reducción del consumo y la reducción de daños. Las políticas represivas están firmemente basadas en prejuicios, miedos y en posturas ideológicas. La manera de salvaguardar los derechos humanos, la seguridad y la salud está relacionada con estrategias de paz y no de guerra»