Artículos Etiquetados en: „Historias de un hombre llamado caballo“

Cautivos y desarmados…

sábado, 18 septiembre 2010

…confesaron los indianos que True Blood resultaba, finalmente, una decepción. Ju, ju. Desarrollé una defensa apasionada de Californication que, seguro, fue vista con toda sospecha como un desviacionismo golfo de un servidor de ustedes. Pero no, no: en el fondo es un canto romántico.

(Y, como en el viejo relato que pregunta al barbudo si duerme con la barba por encima o por debajo de la sábana y queda condenado a no dormir probando una u otra alternativa, quedarán condenados a pensar si la tienen que ver o no la tienen que ver. Caray, qué ingrato es el destino)

Aspirantes a naciones

sábado, 18 septiembre 2010
Uno de los aspectos menos comentados de los independentismos ibéricos es su aspiración a realizar independencias a la carta y, simultáneamente, unilaterales. Es una forma de negar u ocultar los costes de la independencia, de olvidar que no hay almuerzo gratis (sin olvidar que el menú obligatorio también tiene costes): en su defensa de alternativas posibilistas a los costes, subyace la existencia de interdependencias. Así el nacionalismo aparentemente insípido del Estado aspira a ser sustituido por el nacionalismo con sabores propio de los procesos de construcción nacional, se supone que hasta alcanzar el grado de ausencia de sabores. Es decir, el debate planteado en posiciones de unos y ceros, dependencia/independencia, una nación o la otra nación, no permite plantear otra cosa, pero sin pretenderlo aflora la existencia de lazos y redes que serían el espacio real.

Evocación de una fábrica de sueños transatlánticos

lunes, 6 septiembre 2010
Goirigolzarri viaja a la captura de héroes: repasando los avatares de la independencia americana, tropieza con un bilbaíno y un malagueño. Sus historias son conocidas, aunque por todos olvidadas aquí y allá: la monarquía española hizo todo lo que pudo por socavar el poder colonial de su graciosa majestad británica, repartió dinero y sus capitanes vencieron en batallas decisivas para inclinar el resultado de la guerra.
La tesis es simple y no nueva: dada la fuerza del mito fundacional en los EE.UU., es provechoso para los españoles el ser percibidos como parte de la herencia cultural esencial en la creación nación americana y prestigiar y valorar la lengua y cultura españolas para ponerla al nivel de la de los padres fundadores. Por mucho menos, podríamos decir, la Francia de Lafayette se ha llevado su crédito. Y estos créditos en forma de narraciones y leyendas terminan siendo comercio. Y el comercio es prosperidad.
De Ugarte introduce un rasgo fino en la propuesta de recreación de estos relatos:  el beneficio sería más amplio, sería de provecho para el mundo hispanoparlante en su conjunto. Un servidor de ustedes pretendía llegar más lejos: la creación de una conexión entre España y lo español como acto reivindicativo de la herencia de toda la comunidad hispánica de EEUU sería la forma de  demostrar su americanismo y su pertenencia por derecho a la esencia misma de la fundación del país que niega los visados: diversos en sus tradiciones, desamparados, despreciados y, salvo la tradición puertorriqueña de apoyo en España como defensa de su identidad, el sentimiento anticolonial perdura como prejuicio para la construcción de un relato que apoye la identificación anglo-hispana como un único complementario.
Un paseo por las realidades y conflictos de lo que se viene en llamar comunidad latina en Estados Unidos los mostraría faltos de referencias para poder desarrollar todo el potencial de una identidad propia a la altura de la identidad anglo dominante: no sólo es la falta de legitimidad para formar parte del país que mostraría el peso y la conciencia de la emigración ilegal, sino la propia reacción de los sectores norteamericanos clásicos al temor de la aparición de una lengua que hace la competencia, una demografía imparable y la preservación, a pesar de todo, de unas tradiciones culturales que no se diluyen en lo gringo. Pero, por otro lado, coexiste la visión de lo hispánico como símbolo de valores contrarios a la ética protestante, valores propios del orgullo yanqui: su capacidad empresarial y de trabajo, su penalización de la negligencia y su castigo a la corrupción.
Pero existen héroes suficientes para hacer la conexión entre el pasado y el presente: varias generaciones hispanas en EEUU han crecido alimentadas con productos Goya. Goya nace de la presencia española en Nueva York a principios del siglo XX como una forma de disponer de la tradición culinaria española. Una corriente migratoria que, curiosamente, da lugar a autores literarios en inglés como Felipe Alfau y que, si bien pequeña, ha dejado sus rastros. Goya es uno de ellos y es una ejemplo de éxito de emprendedores, un empresario además que encarna a la perfección el mito del sueño americano. Mitos para contribuir, de paso, al mismo ansia por el emprendimiento que está unido a la exploración de Goirigolzarri. Dicho de otra forma, los mimbres para una narración que una el comercio en el espacio triangular entre el sur de los Estados Unidos, los mismos Estados Unidos y España están preparados para quien quiera usarlos.
Y aquí comienza la miseria. Las instituciones que representan el nacionalismo español son incapaces de crear, sostener y desarrollar los mitos que hagan posible la subsistencia o, al menos, la renovación del imaginario de su comunidad tan poco real como deslegitimada por sus supuestos integrantes. CNN en español aporta la visión hispanoamericana gestionada desde Atlanta. La Rusia que recupera su sueño imperial inunda el mundo con sus canales de noticias 24 horas en inglés y en español, China emite sus noticias en perfecto en inglés británico y hasta Korea tiene emisiones en español para Hispanoamérica. Pero, con todo, el ejemplo de creación de una agenda propia, de la aportación de un punto de vista no supervisado por el anglomundo con las mismas reglas de profesionalidad y gestión que ha creado la eficiencia anglo es Al Jazeera.

Al Jazeera es capaz de dar una visión propia del mundo árabe hasta incluso entrar en conflicto con instituciones árabes. Da voz a los que usualmente no tienen voz en árabe y en inglés. ¿Podría una RTVE dedicada a la propaganda electoral y a la recreación de los anticuados mitos de la derrota republicana y el antifranquismo romántico disponer de eso que antes se llamaba una visión de estado, ser inventores de una emisión capaz de crear una agenda propia del universo hispanoamericano e introducirse en la realidad del mundo en español de EEUU como el nuevo punto de vista, en español e inglés? El Telesur de Chávez tiene más mérito, con su desternillante sesgo, que todas las emisiones de eso que llaman el canal internacional, vergüenza de diplomáticos y exportadores del Reino de España.

Pero la incompetencia de los centenares de millones de euros invertidos en pérdidas de televisiones públicas que subvencionan equipos de fútbol y nuevas identidades obligatorias, no termina allí. Sin pasar por las calamidades de medios y actitudes del servicio exterior español, la política cinematográfica destinada a defender la identidad española (y, claro, supuestamente la de las plurinacionalidades españolas, ese mito fracasado de la Transición) en forma de excepción mercantil y en nombre de la cultura, es totalmente incapaz de crear una corriente sostenida de producto que sirva para triunfar en el primer mercado del mundo, el mercado que genera las tendencias de entretenimiento y, por ende, culturales por encima de cualquier otro: no sólo Santa Claus es de color rojo por culpa de coca-cola, sino que pasa a formar parte de los ritos familiares de medio mundo por culpa del cine.

Décadas de protección del llamado cine español como avecillas heridas caídas de un árbol de una especie protegida, no han servido ni siquiera para que aparezcan estructuras empresariales que unan los mercados de lengua castellana. Sólo se es capaz de disponer de un paternalismo destinado a mantener la actividad de los buscadores de rentas. El fracaso es de tales dimensiones que resulta ridículo de puro patetismo la insistencia en medidas y medidas de protección de lenguas y mercados mientras que su verdadera razón de ser, la de la lógica del estado nacional, no se cumple.

¿Es la construcción de una fábrica de sueños transatlánticos una necesidad para los nuevos mercaderes de la era electrónica? ¿Pueden y deben hacerlo ellos?

Los vampiros no pueden con un bala perdida

lunes, 30 agosto 2010

Habrá miradas, personajes, construcciones. Niños frikis y vampiresas de nuevo cuño. No digo que no tenga su gracia. Allan Ball daba más de sí, o puede que sea una cuestión de carácter. Preferir escritores incapaces envueltos en dependencias irresueltas (whisky, tabaco, mujeres que no se buscan) pero, finalmente, románticos hasta el error, no deja de ser egocentrismo o una mente chapada a la antigua. Ruego me disculpen. Hank Moody es mucho mejor que Bill Compton, dónde va a parar: «She said one thing, I said another. Next thing I knew, I wanted to spend the rest of my life in the middle of that conversation». Una tormenta perfecta.

Coca-Cola gourmet

sábado, 28 agosto 2010
Me extrañó comprobar que existen gourmets de la coca-cola: preguntan en los locales de hostelería por el origen de la cocacola que van a recibir: botella, lata, sifón. La quieren fría y con el hielo muy mesurado para evitar que se agüe y la gasificación se pierda a toda velocidad. El delirio se alcanza cuando se prueban las cocacolas que siguen existiendo en Estados Unidos o en la misma Jordania donde, tan solo impregnar los labios del brebaje, se produce un súbito retorno a la infancia y uno se asombra al comprobar que eso era la cocacola que conoció. Paréntesis: al educar a varias generaciones ya en sabores diferentes, esta sensación no la tienen, no la pueden tener, los nuevos gourmets. Pero más extrañeza me produjo conocer que existen gourmets de la Pepsi.

Lessig contra el mundo

domingo, 18 julio 2010

Estas licencias son, obviamente, copyright. Dependen en un firme y confiable sistema de derechos autor para que funcionen. Por tanto, CC no tiene interés en socavar el mismo sistema del que dependen, el copyright. En realidad, es lo contrario, el sistema CC sólo pretende fortalecer los objetivos del copyright dándole a los creadores un sistema más simple para ejercer sus derechos.

Todo esto lo escribe a propósito de que esa otra encarnación del mal que es la ASCAP se propone pagar a los consabidos lobbys para evitar la extensión y propagación de las licencias creative commons. Con Lessig uno siempre tiene la incógnita de si es un enano infiltrado y dice estas cosas para salvar los muebles mientras se produce el derrumbamiento completo del sistema. Porque difícilmente puede dudarse en una mente despierta de que el problema reside en el copyright, no en la voluntaria cesión de permisos para evitar los problemas del copyritght. Es decir, que difícilmente puede una inteligencia tan capaz de desmenuzar la desnudez del rey no darse cuenta de la fuente del problema. Si no es porque no quiere que le llamen comunista o cosas peores y sea menospreciado y no tenido en cuenta por cuestionar la propiedad.

Del tratamiento del alcoholismo como terapia editorial

domingo, 18 julio 2010
Se lo dicen a los defensores de la democracia por antonomasia:

La era institucional de los periódicos es agua pasada

¿Cómo puede uno pasar de ser o creerse ser la esencia del sistema a, simplemente, ser uno más? Tan interesante es la conclusión de los fundadores de The Politico como el relato del conflicto con sus empleadores, la no menos vaca sagrada Washington Post. Por supuesto, no vieron que el mundo cambiaba: es un clásico, porque cuando tienes demasiadas cosas que conservar no tienes incentivo o intención de hacer aquello que implica perderlas.
Mi yogui de referencia nos insiste en los costes del apego a cosas y sentimientos. Los libros de literatura empresarial se llenan de casos de triunfos que tornan en fracaso y de leyendas de empresas matusalénicas de las que se saca la lección de su adaptación a los cambios. Be water, my friend. Las discusiones sobre el futuro editorial están plagadas de reflexiones sobre los modelos de negocio hablando y volviendo hablar sobre los ingresos. Pero nunca discuten sobre los costes: la simple pregunta del número de metros cuadrados que ocupan para hacer sus textos debiera ser el punto de partida.
Del alcoholismo y las adicciones se cuenta que lo primero es ser capaz de decírselo a uno mismo. La aceptación. Dicho en términos menos felices, la resignación a la enfermedad. El reconocimiento del daño a ti mismo y, no es menos, al entorno afectivo. ¿Puede el periodista y su empresario repetirse a si mismo «no soy una institución»? ¿Decirlo en voz alta o publicarlo en primera página? Buena pregunta: para el tribulete la caída del guindo puede manifestarse en la fuga y la creación de su propio medio – con los costes indemnizatorios españoles, es un incentivo exactamente para lo contrario – mientras que para el editor es, simple y llanamente, una opción imposible: dejar de ser.
Las toxicomanías suelen incluir otros procesos como el de la sensación de control de la propia adicción. Que tomando un poquito y haciendo deporte eso no les va a pasar. Se llama Libranda y todos sabemos lo que va a pasar.

Austeridad forzosa

viernes, 9 julio 2010
En el mundo del horizonte del capitalismo la austeridad existe porque nadie puede permitirse la exuberancia durante mucho tiempo ya que será desplazado por el más austero

Urrutia

(¿todos chinos? En casa de Ugarte nos preguntábamos en qué consiste realmente la austeridad. Pienso: resulta que llevo un huevo siendo austero. Austerísimo)

Naciones en disolución

domingo, 20 junio 2010

El buen David tiene en su recopilatorio de frases para afrontar el presente la siguiente: «si no queremos asumir los costes de la independencia, ¿por qué no inventamos otra cosa?». Los papeles se aprestan hoy a informarnos de que el deseo de independencia de los flamencos, que han votado masivamente a un partido que aspira a la independencia, no es, en realidad, un deseo real: sólo el 9% de los flamencos la querrían.

¡Estas cosas no se terminan de saber nunca porque nunca se preguntan de verdad: son juegos de papel y estadística. Las encuestas son hoy día una especie de complemento falso de la democracia que consiste en tomar individuos como gotas en el mar y, si lo que sale no me gusta, no se plantea la cuestión: decisión práctica, porque suele permitir vivir con las ventajas de la amenaza sin los costes de ejercerla. Decisión práctica, porque la demoscopia tiene también sus virtudes y se supone que aporta información que nos ahorra disgustos. (más…)

«Lo revolucionario es ser conservador»

domingo, 30 mayo 2010
Lo concluyó David de Ugarte a un auditorio en el que creo que se resquebrajaban miradas y estructuras neuronales. Las Guerras Posmodernas eran vistas como una forma más en el proceso de descomposición de los estados nacionales, por estado y por nación, que conducen a una tenida por inevitable terminación del sueño del estado como madre cuidadora y como padre de tu conciencia. Lo grité. Grité al orbe y salieron las reacciones iracundas a la osadía. ¿Qué esperar si estaban ausentes de contexto? ¿Qué esperar del anatema? ¿Qué esperar ante la revolucionaria idea de que la verdadera solidaridad empieza por uno mismo y nada más retador y liberador que volver a tomar el control de tu vida, tu alimento y tu vejez, y renunciar a la impotencia de ver cómo una institución incapaz toma decisiones por ti que sólo te corresponden a ti? 

En busca de una confusión amortiguada

jueves, 18 febrero 2010

…la especialidad personal es necesaria, porque quien no esté activo observará toda la confusión de la vida y enloquecerá o morirá al contemplarla

Pudiera ser la descripción de un lector de feeds, o de una nueva herramienta absurda para congregar cientos de individuos y tener juntito todo lo que enlazan o producen. Ese pelotón de ruido. Quizá lo que sucede es que Tolstoi habla de los señoritos rusos y su apacible vida como rentistas o al servicio del zar. Zar es una palabra semimágica, mucho más cuando se dice con el añadido de todas las rusias. Una digresión necesaria para quienes de niños leíamos Miguel Strogoff, el correo del zar, esas historias de aventuras que seguramente Harry Potter y las PlayStation han desplazado. ¿Pero qué mosca me ha picado con esta sentencia terrible, casi atroz? Ahora lo recuerdo: que mi primer contacto real – es decir, cuando me llama la atención – con algo relacionado con la meditación y los varios yogas que los hindúes han inventado, tiene que ver con otra sentencia que me dejó en el alma prendida como un alfiler un comentarista agudo que, no obstante, era incapaz de comportarse como un yogui: si no hay orden exterior, no hay orden interior. Es verdad: las mesas sin papeles suelen pertenecer a la gente como mínimo hábil.
Así, el caos sería propio de una mente dispersa. Seguramente, este escribiente de postales ignoradas. Mi mesa lleva mejorando, lentamente, desde hace semanas. Son cambios seguramente imperceptibles para el que nació cartesiano pero, como diría el clásico de Armstrong,  un pequeño paso pero  un gran salto si se mira con perspectiva suficiente. La conciliación con uno mismo queda destrozada cuando De Ugarte se apresura a enterrar a David Ricardo y avisa, que no es de traidores: la especialización ya no sirve y descubre a sus exploradores electrónicos como seres multivariantes, dispersados en acciones y apelando a cierta lateralidad del pensamiento vindicando la cata de vinos naturales, que bien pudiera ser aceite de oliva orgánico, como potenciación del conjunto de habilidades de su mecanismo de recuperación del gremio y los marinos de Venecia.
Conocí una vez a un cretino que, a falta de talento y perdido de ambición por el ascenso corporativo, empezaba todos sus curricula diciendo: «mi perfil es el de un generalista».  Trazaba un manto demasiado obvio sobre la inconsitencia de sus experiencias pero seguramente creía que con ello estaba alimentando en el corazón del posible empleador la idea de generalidad como dirección general, es decir, poder y gloria. Pero yo le tenía simpatía porque veía la misma inconsistencia en mi interior restando, como es obvio, el delicado asunto de la cretinez. No, no me respondan. Difícil no recordar el triste papel reservado al periodista: saber poco de mucho.
Terminemos con esto: todo empezó porque doblé la esquina de un libro al leer una frase con hondo significado en mi autopercepción y siguió porque me despierto en medio de la noche acongojado por el dolor intenso de un tirón de los de toda la vida en el gemelo de la pierna derecha. Y aparece el tiempo de divagar. La necesidad de cuadrar esto se puede decir que me descubre la solución del problema en el que me he metido: sin la estabilidad del orden interior no se puede ser polivalente explorador del mundo distribuido de los nuevos comerciantes, y será que Tolstoi debe estar hablando de la alternativa a la holgazanería y a las tardes de salón, una cosa tan proustiana aunque él, desde luego, no pudo llegar a saberlo.
Qué tranquilidad: si soy capaz de no llenar la mesa de papeles y poner orden secuencial o espiritual a cada jugada de la dispersión/polivalencia tenemos un espacio muy próximo al nirvana. Oh, la, lá.

Retos más o menos banales que irrumpen en tu vida

domingo, 17 enero 2010
Aprender y recitar en voz alta la arenga del día de San Crispín tal cual la pronuncia e interpreta Kenneth Branagh en su Enrique V. La culpa la tiene David de Ugarte por recordármelo… and if to live, The fewer men, the greater share of honour.

Ejercicio inoportuno

domingo, 1 noviembre 2009
Supongamos que tenemos una alcachofa. Alcachofa es esa cosa que protege a un micrófono de las implosiones verbales de quien habla y que sirve, colateralmente, para hacer promoción de quien lo paga. Suponemos, pues, que tenemos una alcachofa y con ella acudimos a un artista importante. A uno cualquiera que sale en defensa de la cultura. Al artista le preguntaremos si está a favor de que existan vacunas contra la malaria. Nos dirá que sí. Le preguntaremos después qué opina de las farmacéuticas que no las hacen. Nos dirá lo esperado. E insistiremos en que tienen patentes sobre sus vacunas. Valen también los medicamentos para el SIDA.

Las apuestas son dos. Primera: nos hará una muestra decidida de su compromiso y arremeterá contra farmacéuticas y patentes, que están matando seres humanos. Segunda apuesta: le preguntamos a continuación si está a favor de las descargas libres. Nos dirá que le están robando. Démosle una probabilidad de 1 si se llaman Ramoncín, Serrat, Víctor Manuel et al. Insistiendo, nos dirá que el mantero debe ser respetado, que es víctima de una mafia. Pero esa mafia, no, por supuesto. Seguiremos por las redes P2P y nos hablará de la vergüenza e indefensión a las que están sometidas por el gobierno. Por los gobiernos. Leyes para evitar esa cultura maldita de la gratuidad que les arruina.

Preguntados a continuación qué opinan de los monopolios de conocimiento, se espera ver cara de incredulidad. Monopolio y conocimiento. Dos palabras ajenas al discurso contra las farmacéuticas y en pro de las persecución de las descargas. Le preguntaremos si no es una contradicción que sea un discurso moral válido – para él – arrebatar las patentes de las vacunas y no lo es para copiar un archivo de sus canciones. ¿Qué harán?

Pero esto sólo es un ejercicio. De libertad de expresión.

La pena de tener raíces

domingo, 18 octubre 2009

¿Quién puede tragarse que la copla es parte de sus raíces cuando pasó su infancia oyendo rock americano?

Cierto. Los indianos ahondan en el confuso, oculto y profundísimo misterio del yo proyectado a través de los demás. Pero hay un contrapunto: al mismo tiempo no terminas de explicarte sin tener adherido el desprecio, la ternura o la inserción de la copla en un contexto en el que nos fuimos a escuchar rock americano, cuyos intérpretes ni siquiera tienen que preguntarse qué es una copla ni por qué le tiene que, en su caso, interesar: Si yo fuera reina / de la luz del día / del viento y del mar / cordeles de esclavas / yo me ceñiria / por tu libertad/ Ay pena, penita pena, pena.

Quiero ser Indiano

viernes, 3 octubre 2008
«La Sociedad de las Indias es una red trasnacional neoveneciana…»
(tiene el aroma de los barcos que salen a la mar, tiene el perfume de la aventura, el riesgo del navegante y el brillo de lo que se hace con amor y utopía como señuelo y no como alimento)