Decir que bajar impuestos es electoralista cuando el déficit es aún muy alto es un insulto al ciudadano que trabaja cada día sin descanso para recuperarse de una crisis brutal, y también un insulto a esas empresas que han sorteado admirablemente lo peor de la recesión, y se han reforzado exportando e innovando. En cualquier caso, bienvenido sea el electoralismo cuando es devolver a los contribuyentes el fruto de su trabajo, que en este país parece que lo único “electoralista” es prometer gastar más … con nuestro dinero.