Es interesante observar como los ex moradores del Patio de Maravillas en su versión calle del Pez sacan sus enseres del edificio okupado cuando la propiedad ha denunciado y la policía desalojado: todo civilizado y, me van a insultar, verdaderamente democrático. La ley aplicada en un entorno se dice que emanado del poder legislativo previamente votado.
Explico el interés: los ocupantes suelen destacar por su militancia anticapital, alternatividad consciente y suspicacia del comercio y la propiedad. De ahí la okupación. Pero esa cantidad de cajas de cerveza Estrella (vean el vídeo) sugiere dos cosas: una, que no importa la procedencia de los bienes con los que comercian y, dos, que efectivamente comercian con ellos.
Yo es que sí he estado en alguna versión del Patio y tenía barecitos. Parece que comerciar sí es bueno cuando mantengo mi invento y que es legítimo comprar a los que cumplen las reglas (sí, ya, puede que defrauden a hacienda, pero nadie les ha juzgado aún). Sin embargo, yo me quedo en la casa de otro propietario sin pagar, sin preguntar y probablemente sin abonar los impuestos de ese comercio por no hablar del terrible IBI que nos invade: espero que no se manifiesten contra Rodrigo Rato.
Esto tiene un corolario divertido: ¿el futuro Ayuntamiento podémico hubiera pugnado por evitar el desalojo? Con una juez al frente. ¿Les hubiera reubicado en alguna instalación municipal a cargo de nuestros impuestos cayendo en un acto de claro privilegio que chocaría con las quejas sobre el poder y la influencia de otros grupos de presión?
No se vayan, amigos, pronto en sus pantallas.