Los judíos financiaron su cultura muchos siglos antes de que esa costumbre se convirtiese en función del estado del bienestar occidental. Los mercaderes ricos desposaban a las hijas de los sabios; al alumno brillante de la yeshivá se le buscaba una esposa adinerada con el fin de que pudiese estudiar más. Por tanto, el sistema que determinaba que los sabios y los comerciantes dirigiesen unidos la comunidad redistribuía la riqueza más que la concentraba.