Criticidades

Meneado y apaleado

Mi amigo Pablo se sienta a darme un curso de por qué salir en la portada de Menéame es buenísimo incluso para mi santo blog. Pero, aún reflexionando desde la buena fe, creo que no ha comprendido nada: que sea bueno para él, no quiere decir que sea bueno para mi. Es cosa de saber qué quiere uno: que te vean los de Sálvame no es lo mismo a que te vean los de Redes, por irse al broadcast. Que te dé mucho pagerank y esas cositas están muy bien para quien vende anuncios en cada paginita. Que los periodistas miren su portada no es, precisamente, un consuelo: la agenda de los grandes medios no es mi agenda.

Que Galli tenga la osadía de decir que sirve para salir de tu propio eco, demuestra la maleficencia del asunto: estas cosas son viejas, ya las vimos con Technorati. ¿Qué valor tenía una jerarquía de blogs en las que se mezclaban churras con merinas, en las que el primero no tiene que ver con el segundo y los que hablan en uno tienen intereses diferentes a los que hablan en otro? ¿Qué necesidad hay de jerarquizar si tenemos sitio para todo? Titular estupendo para ser carne de Menéame es todo un negocio donde la profundidad de los temas es la previsible en la comunicación de masas: pero para eso me basta con ver un telediario de Piqueras, no tengo que jugar la partida de los meneítos.

La lista de grandes éxitos de Menéame es todo un monumento a la banalidad y la obviedad y reto a quien quiera a que me demuestre que lleva algo mejor que lo que se puede leer en lo más leído de uno de los grandes periódicos con unas gotas de (falsa) rebeldía internauta. Hay cosas que nunca se podrán seguir – qué decir de entender – vía Menéame y puedo poner ejemplos. Ya lo de los comentarios, los gritos, el ruido y el aburrimiento no tengo ni que contarlo. Pero, en resumen: hay bares elegantes con porteros en la entrada que no dejan entrar a todos y es que uno tiene derecho a preferir con quien se relaciona, que no es lo mismo que negar saludo, pan y sal al desconocido, al huésped y al visitante ocasional: aquí se les sacan aceitunas y cerveza. Y lo mío no es la playa de Benidorm, qué le vamos a hacer, que me llamaréis pijo y cosas peores.

Coda 1: Verás, Pablo, que aquí comenta poca gente: no somos muchos, pero muchas veces hablamos sobre lo que escribimos en persona, nos contestamos unos a otros y ampliamos las reflexiones que leemos en los blogs amigos. Un blog amigo es con el que estableces una deliberación, no alguien que te hace la ola. ¿Endogámico? El coste de esta endogamia es inferior al coste de las conversaciones absurdas. Pero pensar que la portada de Menéame no es endogámica es como creer que la homeopatía te salvará del cáncer.

Coda 2: Mardita sea: no se pueden lincar tus comentarios uno por uno. Es una pena. La conversación, eso que amábamos en un tiempo en que sólo había blogs – por resumir las cosas y sin que se tome como nostalgia – es menos rica, no puedo enlazar de modo directo cada anécdota a la que te respondo.

Coda 3: Debí haberte contestado sólo aquí, creo: ahora no puedo enlazar las ideas que complementaban esta reflexión.

Coda 4: Los palos son porque, cuando te enlaza Menéame y sube y sube tu tráfico, sólo puedes esperar dos cosas: gente que se adhiere con reflexión mínima – anda que, lo del eco… – o palos y gritos de gente que no sabe dónde está: es frustrante, a mí el ruido debajo de mi ventana, me molesta mucho.

Coda 5: Pero quedaría contestar por eso de que si te menean… ¿qué más da? Sí da. Ese día puedes tener problemas de servidor para más bien poco (entran, miran – ¿miran?- y se van), lo más que puedes esperar es un qué guai o un exabrupto de gente que está fuera de tus conversaciones y no tiene la cortesía de decir buenos días, acabo de llegar ¿me explica esto?. No, ellos gritan. ¿Algo que decir? Sí, como mucho que ellos tienen razón. Salvo el engorde de ego de ver que el contador sube, siempre y cuando no nos tomemos la molestia de mirar el tiempo de permanencia, no queda nada más. Total, para nada.

Coda 6: Este blog no me lo conocías, ¿eh?