Sin novedad en el frente
Emocionados, claro, son cosas de la edad, una serie de jóvenes piensan que pasa algo nuevo. Otros más caducos terminan siempre en lo mismo: anticapitalismo y antimercantilismo. Lo que sucede en estos casos es que usualmente se mezclan, generando confusión y discusiones imposibles, lo que te une con lo que no te une, el diagnóstico con el rango de soluciones posibles. Así que compartes la idea de que es cierto que las reuniones de amigotes en forma de partidos y capitanes de industria sirven para el reparto del dinero entre iniciados, pero no compartes el señuelo de pensar que la vida no es – no incluye – comercio. Tienes claro que la diferencia de narrativas entre empresas y partidos que te mandan mensajes como si fueras tonto, por oposición con las que pertenecen a tu entorno, están causando esta distorsión que tarde o temprano iba a mostrarse en turba: otra cosa es destripar la narrativa de cada uno. El vídeo lo titulan «paz y esperanza», ya sólo queda decir feliz navidad. Lo mismo alguien recuerda que eso tiene un tufo falangista y papal que no se tiene. Como los que quieren vivienda ya, mejor gratis. Curiosamente el vídeo termina con un revolucionario muy contento con la cobertura que ha obtenido de los medios. Toma ya: él también hace política espectáculo. Cabreados, sí, pero para repetir lo mismo yo me quedo en mi casa.
19 mayo 2011 a 5:23
[…] el Sr. Varsavsky al calor de la revolución en ciernes que la Ley Sinde es poco importante comparado con los millones de parados o las toneladas de […]
25 mayo 2011 a 10:32
[…] Cultura y agenda pública disruptiva: la pequeña burguesía española, como buena parte de la del mundo latoc hizo la reforma agraria que tenía que haberse hecho en el siglo XIX con la tierra de labor, en el XX con «plazas en propiedad» en la administración. A eso le llamaron «socialismo» en más de una ocasión y lugar, pero en España por ejemplo instituyó sus bases con la dictadura de Primo, en México con el PRI y en Argentina con Perón. La conceptualización del trabajo público como minifundio alternativo tuvo su contraparte simbólica en la universidad de masas, con el traslado de la Complutense a Madrid y la creción de la Ciudad Universitaria o en Argentina con la apertura y masificación de la UBA. No faltan nostálgicos a ambos lados del Atlántico, aunque en pocos lugares el modelo cerró tanto como en España: todo un sistema financiero montado sobre las hipotecas y apalancado en un sistema político que vía planes de ordenación urbana aseguraba la revalorización (osea la especulación sostenida al alza). En lo social eso significaba, de hecho, una transferencia de las clases trabajadoras a las clases medias mediada por el estado «social». En lo cultural el sistema consagraba seguridad como valor y bendecía la represión cultural (y a veces no solo) de toda tendencia social hacia la autonomía económica, el comercio, etc. («niño, no destaques», «alquilar es tirar el dinero» «no puedo dejarte una propiedad pero te dejo una carrera hijo mío» etc etc.). Es con esa cultura entera y con los consensos sociales implícitos -basados en el hipoteca+plaza de funcionario- con lo que es preciso romper. Las movilizaciones que hemos visto en estos días son por el contrario un llanto por su insostenibilidad, una queja porque no se puede volver al «lado bueno», la seguridad en el futuro y la no necesidad de hacer y construir por nosotros mismos. Toda movilización valiosa, portadora de futuro, ha de romper con esta cultura imponiendo una agenda pública genuinamente «nueva». […]
12 septiembre 2011 a 7:48
[…] es que la ausencia de memoria política es suplida por los medios y eso explicaría que las conversaciones una y otra vez volvieran a la cobertura de «El País», entendida como medida no del impacto en la élite política sino como signo de «realidad» y […]