Tormenta de ideas de tu propio epitafio (xvii)
sábado, 20 julio 2024Intruso y hereje.
Intruso y hereje.
«Pasó media vida redactando sentencias para este momento y los herederos no supimos elegir cuál. Descanse en paz».
Hasta hoy, todo fue provisional.
Al final, no era como en las películas
«Alcanzó a pensar que había ocurrido exactamente lo previsto: el fracaso de las buenas intenciones»
(En la boca de Sergio Cabrera, con buenas razones para ello, según recoge Juan Gabriel Vásquez)
Le caía mal a los tontos
Siempre escribió dios con minúscula y Occidente con mayúscula.
No pude evitar las luces y las sombras.
es fue un revolucionario: se le ha ocurrido ocurrió decir que 2+2=4. Así, a lo bestia…
Cantadme el La, la, lá cuando vengais.
No llegué nunca a nada. Pero dió igual.
«Yo… he visto cosas que vosotros no creeríais: convocar reuniones por fax, escribir a máquina y hacer las copias con papel carbón, pedir una conferencia a una operadora. He visto a los estudiantes hacer cola para entregar tarjetas perforadas en las Puertas del Centro de Cálculo de la Autónoma. Todos esos momentos se perderán… en el tiempo… como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir»
No me dio tiempo de llegar a ser ciborg. Porfiad.
Shakespeare tenía razón.
¿Se referían a esto cuando decían eso de «siéntate a ver pasar el cadaver de tu enemigo»?
Os espero.
Escucho entretenídisimo al famoso showman Andreu Buenafuente. Sí, yo también me río con él. El monólogo de esta noche incluye una serie de chascarrillos sobre cementerios, muertes y las consecuencias de no prever el epitafio de uno. Algo, por supuesto, destinado a proporcionar inmortalidad aunque no sea gloriosa. «No se puede dejar en manos de cualquiera», concluyen, como no dejarías tu miembro viril en manos de cualquiera. Claro que no. Me pongo a pensar en ello y creo que, a todas luces, me conviene tener una buena lista para elegir. Nunca es tarde para empezar y empezaré hoy:
Dura poco. Ya lo veréis.
Vendrán más.