Sobre la popularidad de los tiempos que corren
Juan Verde resume lo que es el populismo en hacer política «con frases cortas para problemas complejos». En sí mismo, esta es una frase corta para un problema complejo. Puede que en esta caso sea la sublimación sintética que, de verdad, genera conocimiento a lo zen o una trampa intelectual irresoluble.
Edward Bernays ya aclaraba en su celebérrimo «Propaganda» que ésta consiste, esencialmente, en simplificar. Su manualito está muy concentrado en la publicidad, por lo que no sorprende que la edición en español esté introducida por el meta-publicitario ibérico por antonomasia: Toni Segarra.
Propaganda es una palabra que ha mutado de significado, posiblemente por su uso práctico. Hubo un tiempo en que un ministerio podía llamarse de «propaganda» (de república democrática izquierdista o de partido nazi ganando las elecciones) y no producir sonrojo, algo que nadie haría hoy. Ergo propaganda y mentira, simplificación deliberada de la realidad hasta mutarla, debe ser lo mismo.
Con esto tenemos el puzzle compuesto: la publicidad es generalmente una frase corta (claims como «siéntete bien») que resuelve problemas complejos (adelgazar) por lo que sería técnicamente un populismo. Por tanto, y de acuerdo con los especialistas políticos, un problema.
Así se puede comer pizza que parece pizza pero no era pizza hasta que el proceso complejo de seleccionar ingredientes adecuados sometidos a un proceso estudiado es sustituido por un trozo de masa congelada con los ingredientes más simples y baratos. Pizza popular. Populista.
A todo esto, soy un capitalista convencido. Por lo que tengo que dudar de que el populismo sea cierto por ciento malo. Sólo estoy seguro de que si voy al mercado, no lo compro. El populismo. Como hago con la pizza llamada pizza y que está congelada.
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