Anticapitalistas tomando su copa de navidad
«El capitalismo va a morir». Puede que dijera también «esto se acaba» y otras frases por el estilo. La anécdota que ilustraba el razonamiento era su indignación porque el propietario de una vivienda «echaba» a su inquilino por la simple razón de que el propietario iba a ganar más dinero en AirBnb que con el alquiler que recibía del amigo afectado.
Mientras sucedía el lamento, su socio y él visten excelentes prendas de marcas como Nike y venden zapatillas deportivas de esa y otras marcas con grandes estructuras publicitarias e industriales. La preocupación de la mañana prenavideña era cómo regalar una funda nórdica que no estuviera en grandes empresas como El Corte Inglés o Ikea, pero sí valían empresas como Natura: presuntamente ésta última es mucho más amigable para personas que creen que el capitalismo está en sus últimos estertores. How nice.
Tristemente, la funda nórdica de la señora de la esquina y que vale sólo diecinueve euros frente a la centena de Zara Home y los otros enemigos de la vida está únicamente en un color inadecuado para el espacio donde debe ser usada. Las de color correcto sí están en los comercios capitalistas antes mencionados. Pero es demasiado dinero para un simple regalo de navidad para un colega que ha sido amable y fraterno – enrollado – en el pasado reciente.
Es decir: él ha podido ponderar y elegir libremente ante varias opciones de fundas nórdicas hasta concluir que ninguna complace sus necesidades y optar por una alternativa diferente, pero por supuesto el propietario del apartamento no tiene derecho a buscar aquello que mejor satisface sus necesidades cumpliendo la ley (leyes que, por supuesto, creerá que deben cambiarse si es así). Mientras, rige un establecimiento de ropa urbana o deportiva de vestir del que paga un alquiler a un tercero y en el que comercializa grandes empresas que parecen detestables cuando se trata de fundas nórdicas pero no para darle un sustento.
Lo más interesante es que, si atendemos a las grandes declamaciones del sentir general, el mundo parece irse al carajo. Y el culpable es la codicia, el neoliberalismo, los norteamericanos, las grandes empresas, los bancos y todas las reencarnaciones del diablo que seguro el Papa condena. Pero todo indica que el mundo está mejor que nunca. Que nunca.
Es decir, hay menos pobreza que nunca. Menos niños muertos al nacer. Más educación que nunca. Y hasta más libertad política que nunca.
La contraargumentación suele ser responder con el dolor que existe y el abuso que existe. Claro que el mundo no es perfecto. La evidencia estadística nunca derrotará a los sentimientos. Como no derrota a los defensores de los extintos Castro y Chavez de creer que contribuyeron a un mundo mejor cuando la evidencia estadística sugiere que retrasan la llegada a un mundo mejor.
Para estar dominados por hordas liberales y capitalistas salvajes, al mundo en conjunto parece irle mejor que a los coreanos del norte en particular. Un sitio donde no se pueden elegir fundas nórdicas.
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