Fe infinita en el progreso
Esa antorcha.
Dice Avi Loeb: «La persona más vieja del mundo, Lucile Randon, nació hace 118 años, justo antes de que se descubriera la relatividad y la mecánica cuántica. Resulta aleccionador darse cuenta que nuestras nociones actuales sobre el espacio y tiempo son más jóvenes que la persona más anciana del mundo. ¿Cambiarán considerablemente estas nociones en los próximos 118 años, cuando un recién nacido hoy siga vivo entonces?«
El aparato lógico de Loeb destaca la insignificancia humana a la hora de predecir el futuro (tecnológico e histórico, claro está) para llevarnos a la idea de una física que haga posible el viaje estelar en tiempos biológicos. Recuerda éste clásico: «Albert Michelson dijo en 1894, durante la inauguración del Laboratorio de Física Ryerson de la Universidad de Chicago, que los grandes principios de la física ya estaban todos descubiertos y que «las futuras verdades de la ciencia física habrá que buscarlas en los sextos decimales». No pudo imaginar las posteriores revoluciones en nuestras nociones fundamentales de la realidad una o dos décadas más tarde. Se trata de una actitud natural de los expertos que quieren mantener su estatus profesional agarrándose a los conocimientos del pasado que constituyen los cimientos de su prestigio.»
Nassim Taleb aprobaría este mensaje.
Siempre es bueno recordar que los polders holandeses son plantaciones agrícolas bajo el nivel del mar. Menos gente notará la circunstancia de que fueron ideadas en el siglo XII…. Es decir, con la precaria tecnología que atribuimos a la primera Edad Media, unos tipos en el Mar del Norte que serían generalmente analfabetos iniciaron un proceso de rebelión contra la naturaleza (¿algo más violento e imbatible que el mar? Sí, puede que un volcán) y se inventaron la tierra donde sólo había agua imbebible. Siglo XII.
Loeb recuerda los límites ignorados de la física que no conocemos. «Todavía no disponemos de una única teoría verificada experimentalmente que unifique la Relatividad General y la Mecánica Cuántica, los dos pilares de la física moderna. Décadas después de que se descubra esa Teoría de la Gravedad Cuántica, podremos ver anuncios de trabajo para ingenieros que la utilizarán para construir naves que lleven a los humanos a las estrellas más rápido de lo que jamás hemos imaginado. Tampoco sabemos si los ingredientes cósmicos primarios de la energía y materia oscura, o cualquier relación que tengan con la gravedad cuántica, podrán utilizarse para esa propulsión. Cuando uno se enfrenta a un portal cerrado, puede suponer ingenuamente que abrirla es un gran desafío aunque para abrirla sólo se necesite una simple llave.»
La gente -sí, la gente en general, la misma gente que cree en astrólogos y, naturalmente, en dios todopoderoso, un ser que nos ama pero que está dispuesto a matarnos con un maremoto- está convencida de que en un siglo la tierra desaparecerá por el egoísmo antiecológico del malvado comercio mundial y el impulso de la industria que nos hace consumir sandeces de obsolescencia planificada. La creencia se basa en esa misma certeza de Michelson y las ganancias seis sigma.
Contraargumento: la vocación humana por crear jardines impecables prevalecerá. Afirmación que puede ser destruida por los mismos postulados sobre la capacidad de prever el futuro de expertos aferrados a su conocimiento inmenso: el viejo relato del pavo que comiendo todos los días no es capaz de prever que llega el día de Navidad.
Por si acaso, recuerdo que todos los mileranismos han fracasado. Y que es más lo que ignoramos de la física de lo que sabemos.