Misterios de la aviación comercial
El de las azafatas de Iberia. Dase el caso de las veteranas empleadas que prestan servicios en los vuelos de larga distancia. Son reconocibles en primer lugar por la edad (no es un demérito, sino una circunstancia) lo que nos lleva a establecer su antigüedad en la plantilla y, se presume, la tendencia a ascender en responsabilidad: una taza de café camino de Nueva York es mucho más que una taza de café camino de Alicante.
El segundo rasgo definitorio es la impermeabilidad del carácter. El estado de ecuanimidad alcanzado sería la envidia de mis yoguis de guardia: cabreo del pasajero, chascarrillo del gracioso, su estado de ánimo no se altera. La mirada de tedio, indiferencia, un punto de desprecio, un segundo de sorna que huele a tu te vas, pero yo sigo aquí, es como inevitable.
Y en cada regreso de ultramar, uno se da cuenta de que ha regresado a España por esas formas bruscas propias de la interacción social española y que se habían olvidado ante la formalidad meliflua sudamericana y la informalidad alegre yanqui.
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Este artículo fue publicado el miércoles, 15 septiembre 2010 a las 9:40 y archivado en Sin categoría. Puede seguir los comentarios de esta entrada a través del RSS 2.0.
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15 septiembre 2010 a 15:41
Coincido en todo: palabra por palabra.
15 septiembre 2010 a 19:37
Oiga, me hace sentir oráculo.
15 septiembre 2010 a 21:25
Usté verá…