Censura en Twitter
El editorial más importante del año. Véanlo. No, no me he vuelto loco. Ustedes dirán que un incidente en la red social no es para tanto y que la seria responsabilidad del diario en su asignada labor de control político (social, quieren decir) conlleva estar vigilante ante los abusos contra la libertad de expresión. Han cerrado una cuenta satírica por las quejas de un partido. ¿Está mal? Está mal. No, no está, en realidad mal. Obedece a las reglas de juego de quien te plantea abrir una cuenta con sus reglas. Y el daño se lo ha querido causar quien abandonó su identidad a un servicio que no controla y que, como el algodón no engaña, tiene sus mecanismos engrasados para decir quién sí y quién no.
Esta sutileza no es, en realidad, lo más importante. Lo más importante es que el periódico de referencia lo absorbe para convertirse en tutelador de los usuarios: al no llamar la atención de que no hay posible censura en la red si el censurado se instala con su propio dominio para llevar su voz, lo que asume es que las identidades deben estar controladas y filtradas. Llorando por la supresión de imágenes de desnudos en Facebook, no quiere en realidad que Facebook las acepte porque son una obra de arte y se están imponiendo códigos morales, lo que quiere es que Facebook adopte el suyo.
Cuando irónicamente destaca que rápidamente se han creado cuentas de réplica de la censurada insinuándonos el poder de las redes (es decir, no ha podido ser, en realidad, censurada), ignora de nuevo la mejor opción entre todas las presentes: no canalice su expresión – su identidad – a través de Facebook o de Twitter, hágalo en su propio reino (dominio, servidor) y nunca – nunca – volverá a tener que discutir con ellos lo que aparece en su página. Como sucede con el escándalo de La Noria, la crítica al medio centralizado sólo representa la sumisión a su poder, no la construcción de su alternativa. Adornado de pátina de liberación, cuando los medios convierten a las redes sociales en parte de su escrutinio para seleccionar lo que es noticia, recuperan, vaya paradoja, su posición en el orden social. Han resuelto el esquema: el ruido de las redes, es fuente. Fuente que sólo se valora en su medio que sí es extenso, que leerán menos pero que dice lo que es bueno y malo: que Twitter dé explicaciones.
En parte, es la presencia de periodistas que desean reproducir el esquema del periodismo y que no tienen trabajo en los periódicos los que alimentan esta espiral en la que emplean su influencia externa para poder ser lo que, en realidad, quieren ser: los que dictan la primera página.
14 noviembre 2011 a 7:15
Haré mi propia crítica al post: Lo peor es el estúpido del community manager o del responsable de medios sociales que tenía que haberle dicho lo que iba a pasar, que iban a aparecer fakes y réplicas cacheadas del contenido por todas partes. Es decir, Sr. Martín, no es tan grave, les ha salido un efecto Streisand como una casa, que es lo que prometía la red. Además, fíjese, es la presión externa – desde el periódico a los usuarios – lo que hace que, en realidad, el mensaje aflore y que, en la práctica, las redes sociales tengan que mantenerse en unos límites
Haré mi propia réplica a la crítica: Efectivamente, no le falta razón a mi otro yo, pero conformarse con eso es una elección tramposa. En primer lugar, porque plantea un desgaste y un coste innecesario: la vigilancia continuada de la pureza de espíritu del mumi al aceptar la intermediación. Y, en segundo lugar, porque no le veo valor a renunciar a la libertad de tu discurso y tu creatividad concentrando tu energía en construir lo tuyo y no en rodear las barreras ajenas.
14 noviembre 2011 a 7:57
Y así se cierra el círculo. Cada vez que alguien lloriquea por el (negro) futuro del periodismo dios mata a un gatito. Tuenti dejo de interesarles cuando lo compró la Timo; fue silenciado (lo que no se nombra, no existe). Twitter dejó de interesarles cuando montaron Eskup; fue tratado de idéntica manera.
Ahora, sin embargo, cuando ya no hablábamos de él, encontramos la ocasión de darle cera a twitter, que además está siendo ascendido al altar por la competencia (dont worry, you’re just going through a phase). Dar cera prometía ser un dos por uno y, claro, las editoriales me las quitan de las manos.
Pero más allá de eso no veo que sea un editorial superespecial, visto con la perspectiva correcta es hasta aburrido, predecible 😉
Me gusta la réplica a la crítica.
14 noviembre 2011 a 8:58
Bueno, ya sabe usted que la literatura sirve para crear grandes imágenes. Que sea aburrido y predecible no le resta, a mi juicio, valor: ellos eligen el hombre del año y la noticia del año, yo también. Y es el editorial del año porque es la sanción pública por otras vías de la muerte del dospuntocerismo: es mejor que el discurso del director con twitter.
14 noviembre 2011 a 15:52
Lo terrible del discurso de «El País» es que la alternativa a la centralización en corralitos privados que ofrece es el dominio de los corralitos por el estado nacional (la «regulación»). He ahí el programa último de la recentralización… en el estado nacional, por supuesto.
14 noviembre 2011 a 16:44
Efectivamente, «Las empresas de las redes sociales imponen su propia ley en sus territorios virtuales por encima de las leyes de las naciones» y emplearemos estas excusas, como la protección de datos, para reclamar la protección del consumidor y someterlo a leyes nacionales. De nuevo, sin aconsejar al usuario que cree su propia identidad.
15 noviembre 2011 a 12:37
[…] incluso frente a ataques externos o filtrados de IP o DNS, que twitter o facebook. Poder de filtro, censura política y robustez son una consecuencia directa de la topología. Diaspora e Identi.ca […]
15 noviembre 2011 a 12:39
[…] incluso frente a ataques externos o filtrados de IP o DNS, que twitter o facebook. Poder de filtro, censura política y robustez son una consecuencia directa de la […]
5 febrero 2012 a 7:19
En grandes líneas de acuerdo, disiento en quizás los matices. Que la alternativa a no ser censurado sea el propio medio es evidente. No obstante, eso no solucionaría el problema de la libertad de expresión como derecho democrático y social. No se puede legitimar indirectamente la censura de medios por tener una alternativa más o menos accesible. Se corre el riesgo de abandonar lo público a favor de alguna postura más o menos solipsista. Sólo, eso.
5 febrero 2012 a 8:18
Bueno, efectivamente: la garantía plena no reside en ello. Es decir, si un tipo te puede romper el servidor o si los gobiernos pueden cerrar servidores indiscriminadamente, prohibir tecnologías, controlar los accesos a las redes de comunicaciones y enforzarlo, estamos ante una situación que rompe la libertad de expresión.
Pero la cuestión es cómo se estructura la libertad de expresión en un entorno tecnológico donde no hay barrera de entrada o tiene un coste prácticamente marginal. Y, de momento, ese es el problema de China e Irán, seguramente pronto el de Europa o EEUU.
Disiento en la cuestión «lo público». Creo que es prácticamente indefinible: ¿qué es lo público? ¿es lo uniforme? ¿lo que tiene visionado garantizado por la mayoría? ¿lo que dice la tele oficial, los que tienen licencia?. Público es, por principio, todo lo que no es privado, íntimo o secreto. Otra cosa es la cantidad de gente que ve o conoce lo público… añadiendo que lo íntimo y secreto cada vez es menos en una forma de comunicación que es trazable y que copia automáticamente por decenas de servidores…