Otra hipótesis sobre el hundimiento
Inesperadamente volví a tener periódicos de papel en la mano. Los recogí limpios, suaves y planchadísimos de una sala del aeropuerto. Los doblé y guardé para mi vuelo a los pocos minutos posteriores. A medida que pasaba sus páginas – los minutos, el tiempo – el papel adquiría un tono más liviano, arrugado, casi consumiéndose en su textura y hasta en su aspecto visual. Perdía esa sensación límpida que tenía abrir el periódico ritualmente en la era analógica para convertirse en un periódico del día anterior aunque no hubiera pasado ni la hora del almuerzo. Pensé en las barras de pan que se quedan secas a escasas horas de ser compradas. Esas migas que han pasado de la suavidad del algodón a una especie de esponja seca, incluso menos blanca. El periódico de papel ni siquiera puede defender la dignidad de su soporte y es como declarar la rendición sin que nadie se atreva a anunciarla.