Antídotos intelectuales contra la mierda de toro (xliii)

No entregarse a fórmulas mágicas, populismos o demagogias es lo más revolucionario

Un socialista a punto de alcanzar esa posición donde uno empieza a tener en sus manos la influencia para hacer cosas. Más interesante aún: un hombre normal que dejará de ser normal, tendrá acceso a informaciones antes nunca a su alcance, pondrá su grano en definir discursos, partidas y posiciones y tendrá algo parecido a la sensación de poder.

Conecta con ciertos mensajes. Y tropieza con determinadas realidades: «La izquierda puede morir si no se reinventa y renuncia al progreso». Qué curioso. Me parece a mi. El progreso era una particularidad propia de personas declaradas como izquierdistas o progresistas. Ya lo dice el nuevo socialista ungido (me cae simpático, debo aclararlo): «El PSOE es el partido de la izquierda y del centro progresista».

Si huyen del progreso, será porque no están o se han alejado de él. Y si perseguirlo a la Valls es «no hemos tenido un presupuesto equilibrado desde hace más de 30 años» o «su misión consiste en hacerlas ahora pese a las resistencias de corporativismos y rentistas» resultaría que cierto análisis populistamente llamado derechista, neoliberal y yo que sé puede ser donde el progreso o parte de él puede estar. O sea, que lo revolucionario sí pudiera ser conservador.

Ah, ahora me dirán que disparo misiles sobre Gaza.

 

P.D.: perdón por las etiquetas que reducen a las personas a estereotipos, un socialista. Pero nos hemos entendido. Creo.

P.D.: estoy enlanzando a un diario de AEDE. Perdón, perdón, perdón..

3 Respuestas a „Antídotos intelectuales contra la mierda de toro (xliii)“

  1. Jose Alcántara Dice:

    Buuuh buuuh enlaces a medios AEDE.

    Esto sólo se recompensa en birras… je je je.

    A mí más que ser conservador sea revolucionario lo que me parece es que ser «progresista» a menudo es algo muy conservador: eso de buscar que todo el mundo tenga su empleo asegurado llueva, truene, o salga el sol, y que por tanto el mayor interés de las personas sea defender al sistema por encima de todo, para que nada cambie (bajo riesgo de que el cambio conlleve, por ejemplo, que mi plaza de funcionario fijo hasta el fin de los días deje de tener esa cualidad). Ese poner a los peones a remar a favor de un sistema inhumano (porque el Estado no piensa en términos humanos, ni de vida humana, para el Estado 50 años no son nada… y nadie que hoy lea este post seguirá cuerdo dentro de 50 años, si es que sigue vivo) es algo profundamente conservador, y sin embargo nos dicen que eso es, precisamente, ser progresista…

    Yo no lo entiendo, la verdad.

  2. Gonzalo Martín Dice:

    Sí. Todo es andar a vueltas con las palabras: conservar no es otra cosa que preservar. Así que se trata de preservar lo que se definió como progreso (aquello tan bonito que hablaba de hombres «de ideas avanzadas») y que era una forma de abandonar lo conservador. Por mor de dejar lo conservador atrás, olvidas que existen limitaciones ingratas para las realidades humanas: que por muy desgraciada o injusta que pueda ser la mirada al conjunto de la humanidad, soluciones mediocres a la injusticia son superiores al intento de lograr el paraíso (señalo lo de intento). Los matemáticos hablarán de óptimos y subóptimos. Isaiah Berlin hablaba de la incompatibilidad de la plenitud de ideales que son antitéticos entre sí: libertad, igualdad y fraternidad no se pueden cumplir por separado sin menoscabar a los otros. Así que lo conservador pudiera ser creer que se puede hallar la receta alquímica para ello, circunstancia que puede reunir a sacerdotes y progresistas. Y el progreso pudiera ser asumir las incompatibilidades como campo de juego, lo que implica soluciones (quizá resignaciones, quizá la optimización de la resignación) tradicionalmente definidas como conservadoras. He ahí lo revolucionario de la cosa. Supongo.

    Pago las birras.

  3. Gonzalo Martín Dice:

    Pero ahora que ando con la Thatcher, viene al pelo esta famosa cita: «the State has no source of money other than money which people earn themselves. If the State wishes to spend more it can do so only by borrowing your savings or by taxing you more. It is no good thinking that someone else will pay – that ‘someone else’ is you. There is no such thing as public money; there is only taxpayers’ money.» Es decir, que Valls el socialista francés apela al progreso reduciendo el déficit exactamente en línea con lo que el colmo del conservadurismo ha defendido o abogado. Aceptar que la hidra conservadora (salvándole el culo a Pinochet que, por el contrario, resulta ser lo menos progresista del mundo) puede tener razón es de esas cosas terriblemente revolucionarias.