Prefiero jugar con las cartas marcadas
Hay unas imágenes cercanas al patetismo de los últimos días de Freddie Mercury antes de fallecer. Están en un documental de esos emocionantes. No tenía constancia previa de esa decrepitud por otro lado esperable de los enfermos de SIDA de la época. Canta incluso.
Inmediatamente pensé que podría estar perfectamente vivo y haber continuado su vida artística sólo con un poco más de fortuna en cuanto a los tiempos: un portador de VIH ya no se muere. Si no hace el imbécil en su relación con los médicos y la medicina.
Si tienes la edad suficiente, se puede recordar el sentido próximo a plaga bíblica que tuvo la expansión del virus de la inmudeficiencia humana: aparecían iluminados que aseguraban que la epidemia no era otra cosa que el castigo de dios ante las conductas impropias. Que luego murieran otros no necesariamente sodomitas, les daba igual.
Pasado el tiempo suficiente, como con el COVID, la polio o la viruela, eso que nos gusta en llamar el genio humano, que no es más que gente cabezota que dedica su tiempo a buscar cosas que no sabe si encontrarán, hallan una solución que, supuestamente, dejaría a dios en mal lugar. Los castigados dieron con la fórmula ellos solitos.
El contraargumento será que dios iluminó a los hombres sabios para terminar el castigo y facilitó la vacuna o el retroviral (a pesar de ser laboratorios capitalistas) en vez de ser la revuelta intelectual de la razón frente a la magia.
El razonamiento lógico aquí debe admitir que, hasta los que presumimos de ignorar qué tiene la muerte sin que nos abrume la aseveración de que algo debe haber sólo porque no lo sabemos y nos parece absurdo que no haya nada, no tenemos más remedio que tener fe. Fe en la razón y en el empeño de la prueba y el error como método de las verdades provisionales. Incluso en el puñetero comercio que permite que llegue a todas las farmacias.
¿Salieron los curas a pedirle a dios en procesión con el VIH? Del Covid me consta que sí. Sería una gran noticia si les hubiera escuchado, pero me quedo con la idea de por qué esperar a averiguar si escucha, cuando lo podemos hacer por nuestra cuenta. Aunque sea azaroso.