Dorian Gray en una jeringuilla

Lo esperanzador es que afirman que el ingenio inyectable se empleará para rejuvenecer al ajado y no para alargar la vida del lozano cuerpo de quienes no empezaron a perder neuronas.

Las dudas son desbordantes: ¿es rejuvenecer para lo esencial? Es decir, ¿poder caminar sin ayuda y poder recordar con pocos vacíos?. Esencialmente, no olvidar ni siquiera cómo se anda. Un poco de vista y de vigor para reaccionar a tiempo en un volante, por mucho que los automóviles se muevan solos.

Los sociólogos se preguntarán sobre un mundo en el que puede que la reducción de muertes compense la reducción de nacimientos, dejando una sociedad intrínsecamente madura en todos los sentidos: conservadora por acumulación de desengaños. Prudente, a lo mejor. Carne de novela distópica.

La tristeza puede ser quedarse con la miel en los labios: estar cerca de una prolongación de la vida seguramente repleta de grietas, pero vida al fin y al cabo, y que no se pueda llegar sólo porque tardó diez años de más la conversión de magia en ciencia y no te alcanzó la década.

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