El blanco inmaculado debería tener la ventaja de que la suciedad se hace evidente al mínimo roce con el pasamanos de una escalera o con el asa de una puerta. El contraste oscuro con la luz que refleja la blancura debería hacer visible la mancha incluso a los ojos más cansados y lejanos. La paradoja es
que no. En mi pueblo es así. Pero, en la aldea de más allá, cuando gritan
al ladrón, salen c
orriendo a por él.