Pilgrims (v)

Nada más traspasar la puerta, un grupo de chicas se arrima a los cristales que separan la calle del recinto y se ponen de rodillas. En círculo, comienzan a rezar. O’Reilly y su ayudante se quedan mirando. Al poco tiempo, O’Reilly se acerca al oído del ayudante y le dice: «cuando veo escenas como ésta, se me humedecen los ojos, pensar que hay juventud así».

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