Agonías de una guasa (o una guasa de agonía)
Lo he visto y he sabido que tenía que escribirlo. Pero no encontraba forma de empezarlo: se ha desencadenado solo porque era (es) el sentimiento que se reiteraba en mi mente a la vuelta de cada especulación. Me parto de la risa. Ese es el principio. Por ese poder de recrear pasados inexistentes y metáforas cuasiépicas no ya de cierto periodismo, sino del narcisismo que espera que todo el mundo viva lo mismo que tú.
Dice Juan Cruz: CNN+ ejerció aquella función que tenía la radio de nuestras adolescencias. La única disculpa – y sigue siendo insalvable – es que hablemos de un plural mayestático. Acompañado de loor y alabanzas a un periodismo mistificado que se presenta como el hijo de un esqueje de la BBC, melancolía de una patraña.
Han cerrado un canal todo noticias y se ha rodeado de baba y desconcierto: protestan los que no lo pagan y no lo han pagado nunca, alegan la perdición de la sociedad civil, ignoran la propia competencia estatal con bolsillos sin fondo, el mercantilismo ajeno (del propio, no hay noticia), el desmadre de la alternativa, la pérdida irreparable para la democracia, mejor no hablarles de las consecuencias de la información de calidad: como si en el resto de la sociedad no hubiera información ni posibilidades de calidad.
Pero, sobre todo, es una gran mentira: el canal fue un chicharro durante años, reiterativo y únicamente con charlitas sin gritos (de agradecer) perdido en una plataforma de satélite y sin que nunca, nunca, nunca, haya habido una masificación que permitiera una mínima consideración de espacio radiofónico compartido.