Antídotos intelectuales contra la mierda de toro (XIII)

Es interesante intuir la ofuscación de la ministra al verse envuelta en debates inesperados («me dijo que estaba afectada por lo que se estaba moviendo») en la resaca de la cena. ¿Qué pasará por su cabeza? ¿Es un ser repleto de dudas, que sería una prueba de una dimensión ética, o es un ser implacablemente comprometido con sus soluciones? Es un excelente tema para una obra de teatro a poco que dé pie si un día publica sus memorias de ministra. Yo apuesto a que lo hará. La publicación. Mientras, se me produce la extraña sensación de que se desencadena un desbordamiento intelectual del sistema, sostenido por la conexión estado-partidos-empresotas en el que ya no se reconoce nadie, ni siquiera los que tienen que seguir cobrando su sueldo y prebendas de lo que contribuyen a sostener.

En una acusación clásica de la propaganda defensiva cuando has pillado a alguien en falta, le dicen a Amador que no es ético contando las cosas de una cena privada. Resultaba obvio: «Era una cena-reunión convocada por la ministra de Cultura y pagada con dinero público, no sé qué tiene de privada.» Pienso que la resistencia pasiva no hubiera supuesto ninguna infracción ética si hubiera sido contada, después de todo sigue siendo un ministro llamando a la conspiración, algo que siempre nos han dicho que el público tiene derecho a saber. Pero acepto atenuantes. Es interesante que el establishment desayune con un argumentario algo más elaborado que el conocido «no toquen mis descargas»:

Creo que no podemos dejar que la industria cultural interprete y administre el miedo que legítimamente puede suscitar un tiempo de incertidumbre como este. En la cena, me pareció increíble que la gente se arrogara el derecho a hablar en nombre de «los artistas y los creadores». ¡La industria cultural no es lo mismo que la cultura ni que los autores! Distinguir estas cosas me parece un ejercicio muy liberador. Creo que para los creadores y los trabajadores culturales ha llegado la hora de decir muy claramente: ¡No en nuestro nombre! No a las soluciones represivas. No a las leyes que amenazan la naturaleza profunda de la red, esto es, el libre intercambio. No al miedo como educador.

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