Reinar, amar
Mikhail Gorbachev loved Raisa more than he loved power
En el sumario de la crónica sobre un estreno de teatro en Rusia, a propósito de quién fue Mikhail Gorbachev
Un buen amigo, conocedor de la mentalidad rusa por razones sentimentales (se va a casar con una rusa), me explicaba que el aprecio de los rusos a Vladimir Putin tiene que ver con la idea de que les ha devuelto el orgullo de ser rusos. Invadir Crimea, recuperar la ilusión del dominio soviético, plantar cara… Debe ser por todo eso: envenenar al enemigo se debe de ver distinto cuando tú pones el nombre del peligro.
La descomposición de la Unión Soviética ocurrió, tal vez hubiera ocurrido igualmente, porque Gorbachev (que aquí siempre escribimos Gorbachov) abrió la puerta a cambiar un modelo que todos consideramos que quedó anquilosado. Perdió el control. Y sobrevino el hundimiento y el caos.
Para los occidentales, Gorbachev queda como un personaje que rodea lo heroico. Para el ruso, la encarnación de la traición. Me tomé la molestia hace tiempo de contemplar algunos documentales sobre su vida y su tiempo. La sorpresa es el tratamiento de su perfil humano: casi como que desmanteló el socialismo real por su propia decepción y reconocimiento del sufrimiento ante la diferencia de la prosperidad de Occidente y la vida cotidiana del soviético. Es decir, por pura conciencia.
En el documental que dicen que acompaña la obra de teatro, Gorbachev responde a las preguntas de su entrevistador: «…what could be higher than to love a woman and be loved by her?» Quizá como la infancia perdida encarnada en el trineo perdido por Charles Foster Kane, el rosebud de Gorbachev es, simplemente, que todo lo hizo por amor. Dice el mismo texto más o menos que al KGB le pasó desapercibida la personalidad verdadera de Gorbachev. Si el amor importa más que el poder, no te podrás mantener en él. Y no pudo. Pero seguramente no aspirar a permanecer en el poder por encima de todo es lo que permite hacer cosas diferentes. Cuando tienes el poder.