HAL9000 yace en su tumba
miércoles, 6 enero 2010Hubo un tiempo en el que prácticamente cualquiera sabía quién era HAL9000. El debate se centraba en cómo el que se había aburrido viendo a Kubrick ocultaba su inmediata reducción de prestigio intelectual de una forma digna, y quienes una y otra vez interpretaban al monolito. Entre los segundos se encontraban los que sabíamos que HAL, ese cuasi ser de supercomputación que se rebela contra sus amos y se convierte en lo que Asimov en sus leyes de la robótica no permitía, era el traslado de las siglas de IBM – International Business Machines, otra que no sabe nadie – a sus antecesores en el abecedario. Un divertimento, diría que grandioso, de ¿Kubrick? ¿Arthur C. Clarke?. Resulta que gracias a la Wikipedia, ignoro si la Enciclopedia Británica lo ratifica, esta versión es más falsa que Judas. Pero qué bien lo pasamos.
Pero el tiempo no sólo borra del imaginario de trascendencia occidental el icono de HAL, borra su significado. En la era anterior a la computación casera, ubicua y universal, el poder de las máquinas controlando nuestras vidas, más los ordenadores, era un miedo típico e interesante de la época. En realidad, no sucedía nada parecido, pero el miedo es libre. ¿O sí sucedía? Las máquinas podían rebelarse y mandar missiles a la URSS, ese otro cadáver. A nadie se le ha ocurrido todavía inventar un FNNFK impronunciable remedo de Google trazando nuestras comunicaciones, perfilando nuestras vidas y controlando nuestras compras, actos, seguridad, bla, bla. Echelon da el mismo miedo, pero es un secreto. Matrix no tiene la fuerza emocional de 2001. No hay Asimovs de las redes, Bruce Sterling es para fans recónditos.
Quizá debieran ser los lectores los que continuaran este artículo. ¿Hay alguien ahí?