Sandeces que uno piensa en el devenir de la mañana (xvii)
domingo, 24 julio 2011Si en el final de Big Tom Hanks no vuelve a recuperar su infancia y le hubiera quedado arrebatada, se hubiera pasado de una película muy entretenida a una con enjundia.
Si en el final de Big Tom Hanks no vuelve a recuperar su infancia y le hubiera quedado arrebatada, se hubiera pasado de una película muy entretenida a una con enjundia.
¿Por qué al rey de Marruecos le sientan tan mal los trajes y las camisas?
Me pregunto por qué no logro comprender qué le ven y qué le han visto a Supermario Bros.
Me pregunto si el semiestado permanente de esguince en el tobillo izquierdo tiene algo que ver con que suelo llevar la mochila, con libro y portátil dentro, colgada del hombro izquierdo.
¿Qué canción es la más machista de la historia, el Under my thumb de los Stones o Lo mejor de tu vida de Julio Iglesias?
Suele decirse que el Elvis de Las Vegas es un tipo en decadencia y del que uno no puede sentirse orgulloso. Viendo los vídeos – antes de que engordara, eso sí – uno se da cuenta de lo bueno que era Elvis, incluso en Las Vegas: pedazo de Suspicious Minds. Pero al mismo tiempo pienso que Nino Bravo era igual de bueno. Más sobrio, eso sí.
Hace tanto que no nos vemos que no aún no tenía blog
¿Pero qué coño le encuentran a Carlos Cano? Una especie de cacatúa delirante. Sin ofender a los fallecidos, me perdonen.
El muñeco de El Rey del Burger King da miedo, susto y hasta asco. Teniendo en cuenta que la comida de perros y gatos tiene mejor aspecto que la comida para personas en la publicidad, y teniendo en cuenta que las agencias invierten lo suyo en investigación de mercados ¿Qué clase de consumidor es el promedio?
¿Quien ha sido el listo que ha calculado la distancia entre los letreros de los nombres de las estaciones del metro? Sentado – o de pie – es imposible visualizar donde está uno prácticamente desde cualquier ángulo. ¿O es porque cuando hay que renovar hay que pegar menos cartelitos?
¿Quién le hace el photoshop al cortinglés? Señora guapa y famosa que utilizan de reclamo, señora guapa y famosa a la que no se reconoce en los carteles si no es haciendo un ejercicio de observación continuada.
Acerca de mi conflicto con las cuchillas de afeitar, todo sería más simple si tirara las usadas y no las repusiera en la cajita de plástico que se supone que sirve para poner y quitar con toda comodidad.
Soy un antiguo. He escrito folklore con k.
Luchacos. ¿Por qué ejercían esa fascinación compulsiva en todo adolescente machito que se preciara? ¿Seguirá ocurriendo? Mi no entender.
¿Por qué cada vez que cambio de cuchilla de afeitar nunca sé la que es nueva o está usada y tengo varios cartuchitos de gillete semillenos o semivacíos?
¿Antes de que viéramos cine americano se decía «no me gustan las sorpresas»? ¿Y «no me gustan las despedidas»?
Es sintómatico de una vida el que una y otra vez las cremalleras de la mochila geek que porto estén abiertas. En el metro, en la calle, en los bares… paso horas con las solapas abiertas a la vista de todo el mundo. Curioso: nadie comenta nada. Más curioso: nadie ha metido la mano dentro.