¿Saben periodistas, reporteros y tribuletes que no trabajan para empresas de noticias sino para empresas de entretenimiento? Dicho fino, de contenidos. La ignorancia de este principio que puede considerarse universal conduce al discurso habitual de desgarro interior del periodista por su cada día menor relevancia como narrador de la realidad, o como protagonista de ese sueño etéreo de la objetividad. Ansiosos de dar noticias, algo que les llena de sentido trascendente al creerse un poder de la sociedad, piensan que todo consiste en titular y entradilla.
Después, claro, llega un joven reportero enviado especial y dice en pleno orgasmo de cobertura que los negros han estado discriminados en Sudáfrica mucho tiempo, algo parecido a los españoles en los mundiales de fútbol. Hombre, no. Ni de lejos. Ni tiene que ver. Pero son un medio responsable y perteneciente a un grupo merecedor de licencias, ayudas y favores legislativos en nombre, otra vez, de la responsabilidad.
[Lo de Cuatro hoy es una nueva definición del onanismo. ¿Qué se puede contar durante seis horas antes de un partido de fútbol? Durante un poco de rato, análisis y prospectiva. Durante un rato más, entretenimiento. Al cabo de un poquito más, un aquelarre. En estos casos es prudente recordar que lo peor de perder es la cara de gilipollas que se te queda. Y cuanto más recurso previo a Onán, más cara de gilipollas]