El culo con las témporas, el rábano por las hojas, el contenido por el continente: cualquier contrargumento que me den seguramente será de esta categoría, pero haber hecho causa contra la cruz, contra la mesa puesta con crucifijo y la escuela con sotanas para
regalar dos botellas de vino por navidad a los empleados de La Moncloa, no tiene precio. Me pueden decir que celebran el solsticio de invierno, pero yo no entiendo por qué se gastan mi dinero en ser simpáticos con quien es su obligación cumplir con su deber.