El reportero anda inquieto durante todo su escrito por darle la vuelta a la obviedad, por encontrar todos los inconvenientes, reales por qué no, para sacar adelante el sentido común. Entrevista psicólogos, sociólogos, profesores y atalayas de marfil para desbrozar cada inquietud que conduce a la irremediable zozobra ante el hecho inevitable de que la vida entraña riesgo y valoraciones subjetivas.
Asombróse la prensa española de que en 2010 resulte novedad (¿y si va y lo es?) que las empresas – así, como si fueran todas a una y un único personaje – tengan en consideración el compromiso y el interés por remar en la misma dirección que propone su propiedad a la hora decidir a quien mantiene en su plantilla y a quien no. Es Carmen Mur, una señora que es puro seny y de presencia serenísima, la que con las palabras más simples y breves es capaz de terminar con tanto bullshit, tanta palabrería y excusa/fuga de las verdades del barquero: «Una compañía tiene sus estrategias para llevar a buen puerto su proyecto. Y tiene derecho a elegir las personas que estén en el barco».
¿Algo que pueda contradecir ese principio de partida, diga lo que diga la legislación vigente? Tiene el respetable, asiduamente, la costumbre de recurrir frente a la obviedad a la mayor excusa que la infancia ha habilitado en el catálogo de superhéroes contra la adversidad: el profe me tiene manía. Antecedente inmediato de «me explotan».