Resistencia pasiva
miércoles, 12 enero 2011Recuérdenme que si llega un día en que un ministro, secretario de estado, director general, presidente de ente autónomo, academia o instituto dependiente del gobierno directa o indirectamente – se llama dinero – me invita a cenar para intercambiar opioniones sobre la red y el fin de la cultura entre otros riesgos, lleve conmigo el importe aproximado por exceso de la cena en metálico. Que al acabar lo deje encima de la mesa para que el cajero del ministro, secretario o el que sea pague mi cubierto: no es función de ministros y cargos políticos invitarme a comer para conocer opiniones con el dinero de mis conciudadanos, sí es su obligación comprender las posiciones de todos los grupos sociales. No es función usar mi (nuestro) dinero en agasajar intelectuales que también viven del dinero que mueven los políticos y que, curiosamente, también salen de mi (nuestro) bolsillo. Pero sobre todo tendrá mi opinión libre de cualquier subvención, prebenda, bula o canongía, sin más intereses que los que ya tengo. Y estará seguro de que no he ido sólo a cenar y a garantizar que, las filas, permanecen prietas.
(Qué tiene además la Sra. Sinde, que siempre la lía: que llama internautas y le tuitean el desplante, que llama intelectuales y le publican la cena. Qué tiene que no tenga su amigo Alex, cineasta, que se sienta a hablar y, por lo menos, le agradecen el gesto)