Los parroquianos
escriben cosas que arrojan flechas de sugestiones a las ideas preconcebidas. Al menos, para los territorios de la sorpresa, la excusa y el desconcierto:
…los empresarios onubenses lanzaron una oferta para la contratación de 21.000 trabajadores. La alta tasa de paro, que en Andalucía afecta a 707.000 ciudadanos, les obligaba a ofrecer trabajo a españoles antes que acudir a la contratación en origen, fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, a esa oferta de empleo sólo respondieron 3.000 nacionales.
Pareciera que la gente no para, sino que suspende su trabajo entre una rutina y otra rutina, con más o menos languidez. Paro sólo para el abandonado, ni siquiera sé si el descamisado. Trabajar con red o sin ella. O, simplemente, puede que haya cosas que no son trabajo, son condenas. Puede que la vida termine por demostrar que la pirámide de Maslow es en verdad certera. Puede que el cerebro sea herramienta y no las manos. Puede que nos hayan amputado las manos las limosnas y las dependencias. Puede que las leyes sean artilugios de obsolescencia sin programar y rigidez incompatible con la realidad. Puede que sea de todo. Puede, incluso, que hasta esté bien. En la calle miran a ministros y políticos como a chamanes con polvos mágicos que solucionan lo que las manos no hacen: siempre hay un día en que las tribus remotas tropiezan con un hombre blanco y descubren que el mago no tiene poderes.