Artículos Etiquetados en: „Enric González“

Buenas intenciones

sábado, 12 marzo 2011

El humanitarismo es la nueva fe laica, irracional como cualquier fe

Enric González

Culos

martes, 10 noviembre 2009

Alguna vez dije en este mismo espacio que no hay que preocuparse si desaparece del periódico alguna opinión, porque cada uno tiene ya la suya

Enric González, que también tiene culo, se va a Jerusalén y a lo mejor tengo que escribir yo la mía o dejar de plagiarla.

"Esto es una pamema"

viernes, 9 octubre 2009

.

Cuarto Poder

sábado, 19 septiembre 2009

«Hablando de periodismo: para Antonio Rubio, subdirector de El Mundo y veterano reportero de investigación, un fiscal pide tres años de cárcel por «revelación de secreto». Pues vaya. Para una vez que alguien hace su trabajo.«

González, Enric.

Monedas de oro que se escondían entre el rastrojo

martes, 27 enero 2009
Seguramente le pasa todos los días a los navegantes insomnes de la red. Aparecen rastreando cualquier otra cosa:

«Hacer una chapuza es fácil: se lo digo yo, como especialista en la materia»

(una ciberentrevista – ¿se dice así? – que le hacen los lectores a Enric González, tantas veces veces por aquí, en su periódico, El País)

«Y eso sí que no lo soporto, no puedo ver que mi Presidente del Gobierno es menos listo que yo.»

(Eliah, una comentarista en casa de la Sra. Sánchez)

A los vigías de la higiene mental

lunes, 26 enero 2009

No es necesario que diga que Gran Hermano me parece una chorrada. ¿Y qué? A mí me encanta el fútbol, que, en esencia, es también una chorrada. Sí, Gran Hermano contiene altas dosis de basura, pero Milá, con sus excesos y su goce, la transforma en farsa. Gran Hermano es eso tan asqueroso y entretenido que llamamos televisión.

Cada dos por tres, teniendo que explicar que por ver sandeces uno no es necesariamente tonto. O teniendo que explicarles a los censores protectores de la moral, el buen gusto y sus versiones modernas, es decir, la supuesta basura, la dignidad de la mujer y los estereotipos sexuales y culturales, que yo tengo las mismas entendederas que ellos para percibirlo. Es decir, su contemplación no cambia el sentido crítico o el del humor de aquél que lo tiene, y parece difícil que establecer lo contrario, con o sin decreto, conduzca a que los destinatarios de la protección moral cambien sus actitudes como se desea por parte de sus santones.
Queda esa cosa de cambiar de canal o apagar la caja maléfica, argumento que se daba a los señores y señoras más tradicionales cuando la anatomía del cuerpo humano, casualmente la femenina, se mostraba con todo su esplendor en esos años ya pasados en los que los vecinos del país se acostumbraban a que la gente mostrara y dijera lo que se quisiese. Por hurgar en la herida de los nuevos perseguidores de basuras no obligatorias, se puede recordar que eso tan antiguo de los libros sigue existiendo, al igual que internet y sus posibilidades de elección (un pozo donde pueden darse los mismos y terribles conflictos que tanto temen los censores). Que perviven los buenos restaurantes, muchos de ellos modestos y de precios razonables, y que también lo hacen las sartenes y los perolos donde poner viandas a cocinar. Todas estas son alternativas al escándalo que deben darles paz de espíritu si sus vecinos no terminan de ser capaces de tener buen gusto y rectitud moral.
Perdón por la vehemencia.

Volumen Brutal

sábado, 24 enero 2009
El conjunto de la reflexión tiene un corolario perfecto: «Nosotros, la vieja industria, seguimos entretenidos subiendo los decibelios». Nada he visto mejor que explique el absurdo, el deterioro, el sinsentido, la pérdida del vínculo con la realidad, el atraso, la ausencia de interés real a la que ha llegado eso que llamábamos prensa y telediarios, que eran solemnes e importantes. Gritan para ver si les tomamos en serio: en forma de taza el domingo, una película de culto o de pamplina y llamando noticias a su propia propaganda.