El orden de los factores sí altera el producto
sábado, 25 diciembre 2010Cuando algunos hablan del Estado del Bienestar, no puedo menos que sospechar que se refieren al Bienestar del Estado
Jordi Roca, visto gracias a José Miguel.
Cuando algunos hablan del Estado del Bienestar, no puedo menos que sospechar que se refieren al Bienestar del Estado
Jordi Roca, visto gracias a José Miguel.
Why don’t I believe in God? No, no no, why do YOU believe in God?
Ricky Gervais. El perfecto manual para seguir siendo ateo y no morir en el intento.
Las deficiencias que la red (oh, un sustantivo universal) ha planteado en su agenda de discusión sobre la «propiedad» intelectual se pueden ver ahora, cuando la ley Sinde va a aprobarse con el consentimiento de todos los partidos que cuentan por mecanismos que calificarlos de antidemocráticos es quedarse corto: que dispongan de puertas traseras para aprobar leyes sin escrutinio ni debate explica bastante del nivel de farsa al que han llegado las supuestas democracias occidentales, si es que la española alguna vez lo ha sido. (más…)
(es cuestión de conocer los lugares de ejercicio de la arrogancia)
Estomatólogo holístico.
Soy sanergista. Es importante añadir que «Sanergía» y «Conexión Sanergética» son marcas registradas.
Directora de la escuela Mana Kia’i de masaje hawaiano. Falta que diga «aloha».
Especialista en Sicoenergética. Hay que sospechar de alguien que dice que es psycho.
Sanación Crística. La puñeta esta tiene «maestro fundador» y «maestros regentes».
Arteterapeuta.
Terapeuta Integral y Consultora transpersonal.
Naturopata y Constelador. Si se descuida, sale «conspirador».
Guadalupe Cuevas: «nuestro mundo necesita Artemisas y Brujas«. La cosa da para más: «después de 20 años de experiencia en el trabajo con grupos de mujeres y en el camino pagano…» el discurso adquiere altura cuando dice que su «compañero de trabajo» es «druida«. Cuánto daño ha hecho Asterix.
Escritora temática especializada en Cristaloterapia.
Directora y profesora de la Escuela Madrileña de Astrología Kármica y Espiritual. El espíritu, que no falte. No se sabe si lo invocan con una ouija.
Véase a Rubén Cedeño: «el único instructor activo que queda del grupo fundador de la Metafísica de Conny Méndez». Casi ná.
Juana Vargas: «en 5 minutos leo tu futuro» y, atentos, «sinceridad absoluta garantizada». Sagradece, mujel.
«Me estremece el espacio tan reducido que va a quedar a los demás para moverse cuando yo me vaya. No hay bestia mayor ni más feroz en este circo que el Estado, que hemos creado entre todos. Se puede uno reír tranquilamente de las multinacionales más poderosas o de países tan ufanos de sí mismos como Rusia o Estados Unidos. Son verdaderos pigmeos, comparado con el Estado de cada uno, que gestiona más de la mitad de todos los servicios y productos generados en nuestro recinto, además de tener los medios para vigilar y efectuar un seguimiento inmaculado de todo lo demás: suspiros, proyectos, productos y sueños.
Es aterrador constatar que la mayoría de la gente se pasa la vida intentando protegerse de amenazas que son risibles –los vecinos, el ruido, un desamor–, comparadas con el poder omnipresente del Estado. El único poder real, de cuerpo presente, es el Estado.¿Estamos dispuestos a aceptar lo innegable: que el Estado y el ciudadano no son iguales ante la ley, que lo peor que le puede ocurrir a uno es tener al Estado en contra, aunque sea por error y durante un rato? La culpa no es de un personaje atrabiliario o de un partido político anticuado. Es de todos, los de ahora y los que los precedieron modulando un Estado blindado y mil veces privilegiado con relación al ciudadano.
Fue una idea que parecía inofensiva. Nuestros ancestros nómadas no necesitaban para nada al Estado. Fueron los primeros asentamientos agrícolas a los que se les ocurrió la idea de dar a un funcionario poder suficiente para guardar y multiplicar el primer excedente generado, hace unos diez mil años.
Aquel poder incipiente de custodiar los primeros activos colectivos se fue transformando, poco a poco, en un poder avasallador. Hasta el punto de que hoy el Estado está blindado y el ciudadano, indefenso: le puede poner a uno en la cárcel antes de saber cuál es la acusación, bloquear su cuenta corriente o incautarse de un coche que considera mal aparcado.
Los españoles pertenecemos a la categoría de colectivos a los que tradicional e históricamente preocupó mucho más la diferencia de clases y la injusticia social que las libertades individuales. Se perdona mal a los ricos y empresarios la ostentación y el agravio, mientras que los funcionarios públicos pueden difundir secretos, realizar escuchas, propagar infamias y otras mil maneras pergeñadas para el abuso del poder.
A medida que se fue perfeccionando la gestión de proyectos individuales y empresariales en el sector privado, se descubrió que elevar los niveles de eficacia por encima de un índice ya de por sí elevado generaba costes insoportables. Si quieres que el porcentaje de avería de una aspiradora disminuya del 2 al 1 por ciento, el coste puede ser demasiado alto para que valga la pena aumentar en tan poco la calidad. Este principio no ha sido aceptado todavía en el sector público, particularmente en los sistemas judiciales y fiscales, donde se continúa persiguiendo la injusticia hasta unos niveles de pretendida eficacia que provocan costes intolerables. En Hacienda, rebajar la cifra de 1 por mil a 0,75 por mil de los que evitan pagar impuestos por dar una conferencia puede suponer un coste tan elevado, que es más rentable aceptar que unos pocos no van a pagar por ese concepto.
Antes de 20 años, incluso en países como el nuestro, se abordarán las reformas para disminuir tanto los atropellos de las libertades individuales por parte del Estado como los cuantiosos dispendios económicos que genera perseguir ciertos niveles de eficacia. Yo ya no estaré cuando esto ocurra y no le digan a nadie, por favor, que lo había anticipado cuando todavía estaba mal visto y casi nadie se quejaba. Como dice el psicólogo Howard Gardner: cuando una idea es fácilmente aceptada es que no es creativa; por este criterio, la mía lo es.»
Píldoras de antídoto:
«En fin, utopías, sueños, ideales, lugares que no existen».
Asombróse la prensa española de que en 2010 resulte novedad (¿y si va y lo es?) que las empresas – así, como si fueran todas a una y un único personaje – tengan en consideración el compromiso y el interés por remar en la misma dirección que propone su propiedad a la hora decidir a quien mantiene en su plantilla y a quien no. Es Carmen Mur, una señora que es puro seny y de presencia serenísima, la que con las palabras más simples y breves es capaz de terminar con tanto bullshit, tanta palabrería y excusa/fuga de las verdades del barquero: «Una compañía tiene sus estrategias para llevar a buen puerto su proyecto. Y tiene derecho a elegir las personas que estén en el barco».
¿Algo que pueda contradecir ese principio de partida, diga lo que diga la legislación vigente? Tiene el respetable, asiduamente, la costumbre de recurrir frente a la obviedad a la mayor excusa que la infancia ha habilitado en el catálogo de superhéroes contra la adversidad: el profe me tiene manía. Antecedente inmediato de «me explotan».