Criticidades

La delgada línea entre la brujería y la hazaña. En el día veintisiete.

09/04/2020. La tensión un poco subidita. Pero creo que sucede así siempre que peleo contra una hoja de cálculo o una presentación que tiene que estar ya, pero que conlleva dosis profundas de eso que en inglés llaman «hard thinking». Creo que no tenemos frase hecha equivalente en español. Quedan dos rollos de papel higiénico.

The evil in the world comes almost always from ignorance, and goodwill can cause as much damage as ill-will if it is not enlightened.

Camus, La Peste.

Hidroxicloroquina. Donovan, desde Londres, me manda lo último al respecto. Un vídeo y una entrevista con un médico de Nueva York que asegura tener tasas de sanación del 99% usando el susodicho y un compuesto de zinc. Lo cierto es que Trump, entre sus corazonadas, vuelve a decir que se use sin que sus virólogos confirmen nada. El médico dice haber sido consultado por la Casa Blanca. Mientras, el Presidente de la República Francesa escenifica la visita al ideólogo (o descubridor) del tratamiento con medicamentos contra la malaria: la prensa (pinzas) dice que el caballero divide a toda Francia. Los ingredientes ofrecen un magnífico relato que anticipa un gran largometraje: médico de prestigio con melena blanca de druida enfrentado al establishment médico desde antes de la crisis del coronavirus, acusado de no tener datos relevantes pero que puede ser tratado como la conspiración de la gran farma y la burocracia pública en contra del pobre ciudadano. Erin Brockovich no es muy diferente. Después de todo, hablamos de drogas baratas (supongo que sin patentes ya) y del hecho de que los grandes laboratorios no tienen nada nuevo y tardarán en hacerlo aplicando las reglas tradicionales de las pruebas clínicas. El grupo que jalea al doctor neoyorquino insiste en la inmoralidad de que en un momento sin alternativas y con resultados esperanzadores no se permita a la gente medicarse con pruebas insuficientes. Pero es más duro el argumento: ya sucedió -dicen- con otros tratamientos célebres, que hubo que permitirlos por la puritita emergencia. Hombres anónimos repletos de sentido común contra el deep state, los burócratas y los lobbies de intereses espúreos. Es perfecto para Trump. Le pregunto a la médica de la familia, que combate cada hora en un hospital contra la enfermedad: «usamos hidroxicloroquina», me cuenta, «el zinc hay quien dice lo contrario, salen artículos cada día diciendo de todo: algunas cosas luego parece que funcionan». Y me añade: «de todas formas, el virus ha mutado». La película podría ser ahora Apocalipsis Zombie. Desconcierto.

Pero, ¿y Trump?. Algo pasa en sus ruedas de prensa, cada vez tiene que darle más vueltas a sus respuestas ante preguntas y repreguntas muy bien estructuradas sobre sus afirmaciones -contradicciones, mentiras, ocurrencias- pasadas. El personaje es así. César Calderón advertía de que se cumple el patrón habitual de los políticos frente a la crisis: subidón de apoyo en un acto de unidad colectiva y vuelta a la normalidad. En efecto, el índice más seguido -el de aprobación o desaprobación del Presidente- ha vuelto a bajar a ratios más habituales en su presidencia. Aquí la apuesta ha sido que le puede costar la reelección y ¿saben qué?: haciendo la salvedad de que no se puede predecir el futuro, sigue sin estar nada claro. En un acto que he sido incapaz de seguir ante la dura disciplina de cargar datos a mano, me hice una hoja de cálculo con el número de afectados por cien mil habitantes de los swing counties de los swing states. La idea es ver si cambiaron su voto y si tuvieron un impacto más desproporcionado que el resto de su estado. La tontería es grande, porque el dato estará el día de las elecciones y no hace falta cargarlo ahora.

Sin torrijas. La cetogénesis no permite comer ese manjar. Y me jode profundamente. Profundamente.

 

Salidas: supermercado. Largas colas de control de entrada en El Corte Inglés y un DIA. Aborto la operación. Compro en el súper de conveniencia donde sigo siendo «jefe».

Percances médicos: no hay nuevas.