Preparando el teletrabajo (Diario de la peste, 2)
15/03/2020. Ocho de la mañana. Temperatura: 36,2. Como un reloj. Sin tos, sin nada sospechoso. El stock de cocacolas en niveles adecuados.
Escribe el empleador: Gonzalo, prepara las actividades del día del equipo. Y ponme una lista diaria de lo que se está haciendo. Control. Bueno, incertidumbre: se sienta cada miércoles con todos y no ve lo que sucede, pero la nueva expectativa crea algo para lo que seguramente no tenía precedente. Y es domingo cuando llegan las peticiones.
La respuesta es, obviamente, que todo está bajo control. Lo está. Hasta donde puede estar. Recomiendo que se una a Slack, que puede ver el trasiego diario. Yo, que no soy fan de Slack, pero sobre todo porque no es open source y es un cristo lo que hay que pagar. Bueno, ahora sirve. Le paso unos tutoriales del pozo de conocimiento universal que es YouTube.
Comentaba con Ana Herrera hace dos días que un servidor no acababa de entender: los sindicatos, que piden formación para poder hacer teletrabajo. Yo me preguntaba si tan distinto era a lo que tenían sobre la mesa en este momento, porque si no lo tenían no hay teletrabajo que valga. Pero Ana me dice lo obvio: mentalidades, tradiciones, infraestructuras: «Te sorprendería lo que yo he visto esta semana…«. Rafa Gil, sentencia: «A ver, si la mitad de los ejecutivos tienen problemas para conectar su portátil a un proyector, ¿que podemos esperar?».
Mientras, Felipe empieza a ver lo que sucede como una maravillosa fuente futura de información sociológica. Voy corriendo y le digo: para economistas también. ¿Y si resulta que la gente se acostumbra a estar bien en casa, incluido el jefe, y al terminar la peste decimos «pues ya nos quedamos haciéndolo aquí»?.
Me llega el newsletter de David Bonilla justo en ese momento. Y hace una aclaración importante, una cosa es teletrabajar y otra el trabajo remoto. «El primero implica trabajar fuera de las instalaciones de la empresa de forma puntual o más o menos regular, realizando tareas personales, sintéticas y autónomas. El segundo, implica disponer de las herramientas y procesos necesarios para completar tareas colectivas, complejas e interconectadas entre sí, independientemente de dónde o cuándo estén trabajando los empleados de una compañía. » Creo que hace mucho que vivo entre dos aguas.
Pero, quizá todos los sueños del futuro distante y personalizado sean otra forma de pandemia económica. Dice David que la productividad del teletrabajo es inferior al trabajo presencial, porque «ninguna herramienta de comunicación proporciona tanto ancho de banda como una conversación cara a cara». Poesía friqui.
Salidas: sólo saqué la basura.