«En virtud de su rol en la historia», de Camus a servidor en el día 9

22/03/2020. Vuelve la extraña sensación de combate del cerebro contra un intruso. A la tarde, me ducho. Veo en el espejo que tengo la ceja del ojo derecho enrojecida. «No puede ser, me digo». Sospecho que un herpes la ha tomado conmigo. Soy proclive, pero no en el ojo. Efectivamente, a la noche sigue el enrojecimiento y hay un par de motas blancas. Remuevo todo por unas pastillas de Aciclovir. Las encuentro. Las tomo. Voy a dormir. Me despierto. Desaparecido. Los herpes me suelen aparecer tras una bajada de defensas, cualquier motivo vale. ¿He sobrevivido al coronavirus sin saberlo? No hay fiebre. No hay tos. No hay dolor. No los ha habido.

No hay una edición de La Peste (Camus) en Kindle en español. Decidí que no quería acumular más papel en mi vida y no compro nada que haya que poner en una estantería. En la cuarentena, este hábito me mejora todo. Así que la bajo en inglés: «Of course a historian, even if he is an amateur, always has documents. The narrator of this history has his documents: first of all, his own testimony, then that of others since, by virtue of his role in this story, he came to collect the confidences of all the characters in it; and, finally, he has written texts which he happened to acquire. He intends to borrow from them when he sees fit and to use them as he wishes.» Es imposible que seamos originales, pero estamos legitimados.

Testimonios para la historia. Me escribe el gran Ivan Kireev, interesado desde México. «Lo más importante es que estéis bien, aburridos y en bancarrota pero enteros.» La parte de la bancarrota es a la que no estaba prestando atención aún. Sospecho que somos unos blandos. Charlo con Eloy Entrambasaguas y surgen los comentarios sobre Rusia, que conoce bien: «Allí, no«, me dice sobre nuestro comercio paralizado, «han ganado una guerra a costa de 20 millones de muertos y las han pasado putas en los noventa. Estos no paran ni de coña«. Sigo con Iván: «Arantzazu es la que lo pasa mal, pegada todo el día a las noticias españolas, porque de las mexicanas no hay nada que creer: la desinformación gubernamental permea a todos los niveles, en todos los diarios. Lo de AMLO (o como es conocido cariñosamente «el Cacas») no se entiende y creo que sobra decir que una vez que pegue aquí lo hará como un tsunami, si es que no lo está haciendo ya y ni siquiera nos hemos dado cuenta

Mujer, lesbiana y de Ciudad Bolívar. Es lo primero que nos dijimos el Doctor Piernavieja, Sandra Dumit y yo cuando Claudia López fue elegida alcaldesa de Bogotá. No, para el establecimiento (en Colombia hablan y escriben un castellano estupendo) no era una buena noticia: semejante entrada de ruido en el sistema no era algo fácil de digerir. Huida al denunciar las conexiones del paramilitarismo con la política, representa el otro lado de Colombia. El que nunca gana. El que espera que la guerra eterna no se lleve a sus hijos porque los hijos del establecimiento no van a la guerra. Me dice el Doctor: «pedazo de líder esta señora«. Justo cuando aquí, al menos un servidor, cree que la carencia de liderazgo (es decir, no protagonismo, no firmeza o declaraciones; sino la capacidad de ser transversal y generar aceptación para lo importante en cada lado del espectro) es crónica. Por oposición a Iván Duque, un producto del establecimiento, de padre Gobernador de Antioquia, ocupante de cargos públicos y representante del gobierno de Colombia en organismos internacionales. Capaz de escribir libros (no lo desdeñen) y dar con un título como «Maquiavelo en Colombia«. También, como todos en el país del Sagrado Corazón, capaz de tener fotografías al lado de un narcotraficante. Un biógrafo titula su investigación «Una vida cultivando el poder«. Mientras, Claudia pasa su vida, entre otras cosas, peleando por tener una educación de élite sin recursos y por sus méritos (la consiguió) y evitando que el poder la matara. «Ha repetido varías veces, con calma y mucha seguridad, que a nadie le va a faltar techo ni comida en Bogotá. Luego ha dicho “en Colombia”: ahí tienes a la futura primera presidente de la República«. Yo también lo creo. Duque, le digo, confunde el liderazgo con hablar alto y la autoridad con la actitud de un sargento. La historia se está escribiendo ya en todas partes, el coronavirus como nuevo kingmaker.

Profetizo: lo que no pudo el impeachment o la trama rusa, el coronavirus podrá. A Trump la curva le ha saltado en la cara y no ganará la elección de noviembre. Durante la noche, los casos de Estados Unidos han pasado a los españoles, aunque en número de muertos están lejos. Las matemáticas de la epidemia permiten prever una subida estratosférica. Andrés Oppenhaimer cree que, además, los latinos le abandonarán en un sitio tan sensible a sus posibilidades en el Colegio Electoral como es Florida. No es ya la curva, es que probablemente los contagios están incontrolados y con el tamaño de la población americana el descontrol (y veremos la capacidad de atención médica: lo que Obama no pudo terminar y Trump y Mitch McConnell no terminaron de liquidar, esa forma de iniciar el camino hacia la cobertura universal que ha sido el Obamacare) puede llevar al desencanto de su base de votantes. Pronóstico de aficionado y la historia nos dirá.

La neumonía tiene muchos secretos. Aparece un artículo en el que se explica un hallazgo que hicieron unos científicos españolas: «Dentro de la neumonía comunitaria —la variante más habitual de esta enfermedad pulmonar—, la investigación les permitió describir un fenotipo particular al que llamaron «neumonía linfopénica». Los pacientes que la sufrían se caracterizaban por su bajo número de linfocitos B y T, con lo cual, su sistema inmunitario respondía peor, su riesgo de muerte a los 30 días era el doble y tenían otros síntomas, como una mayor inflamación». Pues parece que muchas neumonías de coronavirus pueden responder a este patrón y que podrían ser capaces de reducir los muertos. Nunca pensé que sabría tantas cosas nuevas sobre neumonía en mi vida.

La vida pasa cantando. A las ocho se abrieron las ventanas de Malasaña y la gente, además de aplaudir, se puso a cantar con Raphael. Esta podría ser su gran noche. Los balcones llenos de vida. En Valencia me dicen que allá, un lado saluda diciendo «hola, don pepito» y es replicado con «hola, don josé». Que también les da por cantar el himono del Valencia club de fútbol.

Salidas: juicioso en la casa.

 

 

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