No son lentejas. Dieciocho días.

31/03/20. Asumo definitivamente que no tengo nada. Me preocupa más la tensión: tiene sus subiditas. Puedo corrobar que la policía para a la gente por la calle y está siendo menos comprensiva que lo que parecía ser. He terminado los doce litros de cocacola zero en cuatro días. Creo que me lo voy a hacer mirar.

The epidemic seemed to be declining and for a few days they counted only ten or so deaths. Then, suddenly, it shot up.

Camus, La peste

Mi abuelo odiaba las lentejas. Pasó la guerra civil encerrado en Madrid y no sé la de días y semanas que pasó con lentejas a diario por lo que se negó a comerlas el resto de su vida. Precisamente, Fernando Fernán-Gómez recogía ese episodio en Las Bicicletas son para el Verano. Fernán-Gómez explicaba que la vida del actor consistía generalmente en unas horas de ensayo, una hora y media de función diaria y algunos otros detalles por los que no lo consideraba una profesión tan dura. Esto era en respuesta a los relatos de otros colegas menos ilustres que él que, ante el hecho de ser una profesión incierta e irregular en lo que a ingresos se refiere, se referían a ella como «dura». Al lado de la vida en la mina, el contraste era realmente cierto y favorable a la vida del actor. La narrativa de la peste se hace muy frecuentemente en términos bélicos. Pero tenemos películas bajo demanda, luz eléctrica sin merma ninguna, calefacción y todo tipo de suministros de alimentos: no escasea el pescado ni la carne, qué decir de las lentejas, las frutas y las verduras, aunque falten mascarillas que nadie acierta a decir ya para qué sirven realmente. Hay pasta de dientes, cuentos para niños, canciones a go-gó, ¡cocacola zero! y un fascinante auge de los deportes electrónicos. Arturo Castelló siempre me dice que escriba esports (i-sports, se dice) y no e-sports. El misterio que conlleva no lo he resuelto. Para ser un tiempo de excepción y de resonancias catastróficas, el primer mundo lo soporta muy bien. Sea la crisis que sea la que venga, tengo la sensación de que nadie repara en este pequeño detalle: el pánico por la despensa desapareció a los pocos días y no hay que comer lentejas si no quieres. Se engordará. Y no es que sea para felicitarse por la pandemia, es que son realmente excepcionales las capacidades de las sociedades modernas. He aquí el punto de vista de un optimista.

La estadística evasiva. Hay expectación por la curva. Se rebuscan síntomas, pequeños retrasos que muestren si ya se ve tierra. No parece ceder aunque todos los contadores de muertos dicen que se desacelera el drama. En mis números, más o menos sí. Pero, tan lento, tan poco evidente, que mantienes la cordura porque sabes que la estadística, es decir, la ciencia, que la estadística es mentira sofisticada, tendrá razón.

 

Salidas: ni a la mirilla de la puerta

Sin nuevas noticias de bajas cercanas.

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