Esperar pizzas con música de fondo. Veintiocho, veintiocho…

10/04/2020 Hoy la tensión volvió a los niveles juveniles. Por primera vez, creo que me he saturado de cocacola zero. Mi reino por un peluquero.

It was one of those times when the plague became invisible.

Camus, La Peste

No hay mal que por bien no venga. Una de las pizzerías de la calle San Bernardo tiene fila de repartidores todas las noches. La otra, la verdaderamente buena, Luna Rossa, ha vuelto a abrir. En Bogotá también hay confinamiento y hoy hemos tenido que cerrar los pedidos del negocio de paellas del que soy socio porque se ha vendido todo y hay que sacar más producción. La entrega a domicilio de comida, florece. El que estaba preparado para ello, sigue generando ingresos. Nosotros hemos pasado de renquear a no dar abasto. Es una vulgaridad decir ya que después de esto (una expresión que debemos repetir todos), quién más y quien menos repensará su negocio para ser always on.

Me enamoro de Jaime Altozano. Intelectualmente, no se vayan a creer. Pensé que me sería imposible admirar a alguien de veinticinco años, pero helo aquí. No es meramente la cuestión del talento para explicar la música. Es la música, la tecnología y su relación con nosotros, la educación… Emplea el lenguaje audiovisual de un millennial con la profundidad de contenido que forjaría un intelectual de los sesenta y setenta. Es decir, montaje hiperfrenético, con cientos de cortes y elipsis para que no pueda decaer un segundo la atención. Señales, dibujos, gifs intercalados que no consiguen perder el sentido estético e íntimo de instrumentos y composiciones que lo requieren. «Estar en contra del autotune es estar en contra de la agricultura, llegas unos diez mil años tarde». Que es otra tuerca de vuelta más en la mutación de la música y de los seres humanos: los cantantes anteriores a la electricidad tenían que proyectar su voz y eso generaba una técnica, los micrófonos lo hicieron más fácil pero había que cantar delante del público, la grabación y la grabación multipista generaron una perfección y unas modificaciones (no, lo burdo es llamarlo adulteraciones) que podían hacer irreproducible en un escenario una interpretación musical. Con lo que la música grabada terminó por ser la música. Esto lo digo yo. El autotune no sólo hace que todo el mundo cante afinado, crea voces imposibles sin registro electrónico de la voz. La postproducción musical puede forzar voces que no existen o clonar las que existen. Por tanto, ser cantante, o la voz, carece ya de todo sentido de asociación con la técnica vocal y entrenamiento de un… cantante. Es decir, el cantante nos puede quedar como el alfarero que forma el barro: salvando las distancias, un exotismo. En realidad, nada que no advirtiera Walter Benjamin, sólo que elevado al cubo del clon digital: «La obra de arte reproducida se convierte, en medida siempre creciente, en reproducción de una obra artística dispuesta para ser reproducida. De la placa fotográfica, por ejemplo, son posibles muchas copias; preguntarse por la copia auténtica no tendría sentido alguno». Preguntarse si quien canta, canta, lo ha perdido también. Soy de una generación donde se hizo obligatorio que la televisión pusiera cosas como «voz en directo» para que el público (o sea, la prensa) no dijera que era un fraude. El fraude es pretender que no es una nueva realidad. No tan nueva. Y ya nadie se pregunta si lo que da la televisión es un humano cantando o un holograma. Avatares, todos.

El reguetón sí es música. Lo dice Jaime Altozano y lo digo yo. Él superó su prejuicio y yo superé el mío, aunque por caminos distintos. Pero mi sobrino Luis, sólo por serlo uno de mis zeta favoritos, dice muy serio que no lo es. Pero yo le digo: «un día te llevaré a una noche de rumba en Bogotá y verás miles de personas abarrotando locales y fluyendo con el ritmo posiblemente más simplón de la Historia: entonces me dirás si es música».

Pero hoy por las ventanas no sonó ni un reguetón. Ni salsa, ni grandes éxitos del pop vinculados a la resiliencia. En la Semana Santa de Calanda, los tambores sonaron desde los balcones. #QG

 

Salidas: ¿cuenta abrir las ventanas y regar los bonsais?

Parte médico: de verdad, no me llega nada.

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