Popper en whatsapp. Diecisiete jornadas.
30/03/2020. 34,9 en la mañana, 37 al final de la tarde. Ni tiene sentido apuntar ya.
The townspeople, who up to this point had continued to hide their anxiety behind jokes, seemed more depressed and less voluble in the streets.
Camus, La Peste
El triunfo de Popper. Toda noticia es cierta hasta que puede ser falsada. En las cadenas de whatsapp ya me ha llegado una conspiración buenísima de los Estados Unidos para derrotar a la nueva y amenazante China milenaria. Con la casualidad de que la connivencia de la República Italiana con la nueva ruta de la seda (caray, en el país de Marco Polo no podrían dejar de lado esto) sería un acicate para destruirlos a ambos. Es igual de buenísima la conspiración china para poner a Occidente de rodillas creando la enfermedad, bloqueando Beijing del contagio, inventar el antídoto (¿dónde está la kriptonita de ese virus?) y luego vendernos las mascarillas. Circula un programa de la RAI de hace cinco años en el que se comprueba cómo ya se trabajaba en alterar coronavirus de murciélagos para hacerlos más letales y capaces de tomar al asalto el pulmón de los humanos. Con el añadido de que la conspiración aumentaría su maldad porque el gobierno de EEUU se espanta ante el riesgo y deja de financiar las investigaciones estrambóticas de todos los profesores Bacterio de este mundo. En la Guerra Fría la culpa sería de los soviéticos y no hay que olvidar que Putin fue jefe del KGB, queridos millennials. También tengo una conspiración para ocultar la potencia de los medicamentos para tratar la malaria incluso en contra del Presidente Trump, que se tomaría la molestia de mencionar a Roche como fabricante: alguien debe haber comprado acciones de la farmacéutica. Ser Dan Brown va a resultar mucho más fácil que ser Dickens o Julio Verne. No podemos soportar que pueda ser tan simple como que un virus pase de los animalitos -oh, la naturaleza- a los chimpancés vestidos y se ponga a matar ancianitos. Mezclar datos ciertos con falsos es todo un arte. Claro está que manipulación y propaganda es el otro nombre de la Historia, nada nuevo bajo el sol. Jaime Altozano demuestra que cualquiera puede hacerlo explicando por qué Mozart no usaba el Si-Bemol 3.
Quemar después de leer. En la economía hibernada que se inaugura hoy los quioscos de prensa son actividad esencial: lo dice el gobierno. Cuando he salido a la calle y me he cruzado con uno, los he visto abiertos, pero no he visto ningún cliente. En la era de internet, resulta formidablemente paradójico que recibir noticias – esa es la razón, supongo – sea un problema de distribución física de papelitos. Sorprende mucho que el ecologismo institucional no haya creído que es un buen momento para acabar con la muerte de árboles. Así que todo parece el resultado habitual de la influencia de los medios de comunicación sobre los gobiernos en defensa de sus intereses y -sorpresa- no los del interés general, ese mantra. Alguien habrá pensado que no es bueno irritar a los periódicos ahora, y puede que alguien de los periódicos piense que nos vamos a arrojar sobre sus ediciones papeleras, lo que demostraría lo perdidos que están. Nos queda, eso sí, una buena razón: si se corta el combustible o la energía, no queda pescado que envolver, podemos quemar periódicos para calentarnos.
Un fantasma recorre Europa: Orban se ha proclamado dictador.
El desamor en los tiempos del cólera. Cómo se escurren entre los dedos el sabor de los mangos verdes y los mandarinos recién cortados. Cierras los puños con toda tu fuerza y quieres que no se escape el frío de las ventanas abiertas, ni el ruido de las cafeteras, ni la lluvia que golpea el tejado.
Salidas: basura, lluvia.
Muertos cercanos: noticias de tres. Cada día es más difícil mantener una mirada esperpéntica sobre la peste, la realidad no acepta deformarse.