Mendigos y rumbas en la peste. Día siete.

20/03/2020. No sé la temperatura. Pero no percibo otros síntomas. La señora García tomó el termómetro y se encontró con 37. «Eso son décimas, dije yo». Todo el día. Ni arriba ni abajo. Observando. Ya no quiero tocar el termómetro. El papel higiénico parece consumirse a menor ritmo del habitual. Hay stock.

La mendicidad te paraliza porque no sabes qué hacer. En la puerta del supermercado estaba sentado en el suelo, tan ancho y tan gordo como era, un tipo que ya otras veces había visto. Movía monedas en su mano reclamando tus vueltas. ¿Cómo podía estar allí varado con todo el mundo vigilado? ¿Qué clase de fe le movía a situarse allá y no pensar en el miedo a la peste como inhibidor de la culpa que toda persona de orden siente al ver que otro pide tu limosna por comida o una evasiva supervivencia? Todos racionalizamos el dolor: algunos piensan que no deben entregar su dinero porque el pobre (es mendigo y es pobre) se lo gastará en vino, tabaco o en vicios tenidos por peores. A mí me importa un carajo en qué se lo gaste: si me lo pide y yo se lo doy que disfrute de su dinero como crea mejor, no soy bobo porque el uso reclamado -«tengo hambre»- sea otro. Otros creemos que estamos estimulando comportamientos nocivos. Por el truco del niño y el bebé, pues has leído historias en las que puede estar alquilado o alcoholizado para que no llore. O, simplemente, porque un niño tiene que estar en el colegio. Y porque, si es cualquier país del tercer mundo, incentivas un medio de vida que les aparta del esfuerzo industrioso que rompa la espiral de la pobreza aprendiendo a conmover a un turista. Pero un anciano o anciana en la calle pidiéndote un dinero, da igual el horror de la historia o la picardía del anciano en cuestión, tiene poco margen para negar nada: de viejo no se debe estar en la calle.

En la puerta de ese supermercado ya tuve dos pobres adoptados. Una fue una heroinómana que te pedía que le dieras cualquier cosa de comer (leche, siempre te pedía leche) y te negaba su consumo de heroína: la delgadez, la somnolencia con la que se encontrabas a veces, sugería lo contrario. Yo le prometía que la creía. Un día desapareció. Otra fue víctima de un desahucio. Vivía con el marido o lo que fuera en algún extraño piso con un sistema rudimentario para calentar comida. Es que hablo con ellos y les pregunto qué pasó, por qué llegaron allí. Le sacaba un bolsa con una compra a la medida. Otro día dejé de verla. Pasé por delante del pobre de la era de la peste, que supongo que no quiere que lo encierren, y sujeto a mis dos enormes bolsas con comida para otra semana encontré en las manos ocupadas la coartada suficiente para no dar mis monedas. Que, por cierto, ahora caigo en que no tenía: mal asunto para mi conciencia pues, en mi mente, el bolsillo tenía que tener monedas. Juro que si me lo encuentro de nuevo le pregunto qué le saco.

Los números siguen siendo una letanía de perplejidades. Nuria me envía a la página de Numeroteca. Ha tomado los datos de España y los ha puesto en función de la población de cada comunidad autónoma. Debemos pensar que los números han de ser consistentes en todo el estado en su forma de producirse. A saber. Sobrecoge. Mucho. Miren La Rioja: 150 afectados por cada cien mil habitantes. Los conocidos. Pero no alcanzan a la neumonía anual. Es igual, los relatos de los hospitales y los sanitarios desbordados no mienten, por contaminados que estén por la percepción directa. Ahí tengo a mi hermana Sonsoles al pie del cañón. ¿Y si toda la neumonía se junta en un mes o dos?. Actualizo mi hoja internacional: cada vez es más obvio que no hay forma de tener una idea clara y de entender por qué en Suiza, en Alemania o Polonia no se muere casi nadie y en Italia los están segando. Por cierto, las curvas de Numeroteca sugieran una cierta ralentización de la entrada de enfermos. Pero me advierten con razón que han dejado de prestar atención a los leves. Ya no los cuentan.

«Deberías ser columnista», me dice el Doctor Piernavieja. Está atrapado sin poder regresar de Colombia y sin saber dónde empieza ahora su nueva vida. En las conversaciones con Colombia dos temas nos asaltan en todo momento. Cómo se enfrenta por allá la amenaza pestífera, y el rol del Presidente Iván Duque. Que sepan que, en Colombia, le llaman porky. Por su aspecto, sí. Pero sobre todo por el desprecio que ha acumulado incluso entre los partidarios. El Presidente desautoriza a la alcaldesa de Bogotá y varios gobernadores del país levantando las cuarentenas que tienen. Pero el Doctor y yo desconfiamos de la futura seriedad de las medidas. Le digo, «si eres senador, montas una rumba en casa y la policía te deja en paz; otros se meten toda la noche en un garaje a rumbiar y terminan a tiros, y si estas en Bosa y te ven por la calle, te mete un tiro la policía. Mientras, a usted no se le me va a ocurrir joderme el negocio, señora alcaldesa, así que habrá cincuenta excusas para que Carulla y Exito puedan repartir con Rappi y Rappi también. Pero si encuentran a un pringao con un carrito de arepas, le van a crujir. Después sacarán una estadística que dirá «bajó un 80% el robo de celulares» y «disminuyó polución en Bogotá«. Los españoles no me acaban de seguir, creo. «Acabas de describir qué es Colombia en un párrafo«, me dice el Doctor. Y bien que me duele, me digo yo. Que me llame columnista es como comer algodón dulce.

 

Salidas: una, al supermercado. Intenté que Amazon Prime o El Corte Inglés trajeran todo a casa. Amazon tiene todos los turnos de reparto llenos. La web del supermercado del Corte no llega a cargarse la mitad de las veces. Al regresar del súper limpio con bayetas, papel de cocina y un golpecito de KH7 todos los envases, todas las botellas…

 

 

2 Respuestas a „Mendigos y rumbas en la peste. Día siete.“

  1. Nuria (editora con carrito) Dice:

    Te dejo más datos. En Numeroteca no solo hay recopilado los de Comunidades Autónomas, sino que están haciendo un esfuerzo por recogerlos a nivel de Provincia. Esta es la hoja de cálculo donde editan:

    https://docs.google.com/spreadsheets/d/1qxbKnU39yn6yYcNkBqQ0mKnIXmKfPQ4lgpNglpJ9frE/edit#gid=0

    y este es el repositorio donde lo publican:

    https://code.montera34.com:4443/numeroteca/covid19/

  2. Nuria (editora con carrito) Dice:

    Y fíjate aquí los datos concretos de Vitoria, es desolador: 2,31 casos por cada 1000 habitantes (y eso solo los detectados, que sabemos que habrá muchos más sin detectar). Más que Italia.

    https://www.eldiario.es/norte/euskadi/sociedad/crisis-coronavirus-graficos-expansion-Euskadi_0_1005099699.html#3