Del azar y la imperfección. Libertad condicional.

03/05/2020. Preparo albóndigas. Muchas. Como una fiesta de apertura de veda: salir es casi normal. Sí, salí a trotar y aparecían caminantes y corredores por todas partes. Tengo agujetas. Las agujetas pueden ser una forma de rejuvenecer. O creerlo, que es más importante. 

…there was either Heaven or Hell, and that one could only be saved or damned according to the choices one had made.

Camus, La Peste.

Vida. No sólo las masas aparecieron de la nada por las avenidas. Había calles donde los vecinos han tendido banderines y guirnaldas entre balcones. Algunos llevaban bebidas en la mano como quien va de excursión. Otros se han vestido para la ocasión como si se fuera de visita. Pero era más interesante mirar dentro de las tiendas cerradas: algunos estaban limpiando y ordenando anunciando un angustioso deseo de volver a trabajar. Andrés me dice que está arruinado: un restaurante que vivía del menú de los oficinistas no puede seguir viviendo de gente que ha dejado de ser oficinista y al que no le permiten ocupar todas sus mesas. Woody Allen expresó muy bien el sentido del azar en nuestras vidas en Match Point: un tenista puede golpear mal y enviar la pelota a la red pero, por su propia inercia, suceder que la bola caiga del lado contrario sin que, esto es importante, el que ha jugado bien el golpe anterior pueda evitarlo. El que ha jugado bien, insisto. Allen nos manipula como espectadores al hacernos creer que su protagonista, al arrojar su anillo matrimonial al río y esta vez caer dentro de lo que sería la red si fuera el tenis, ha perdido. Pero le salva inesperadamente otra vuelta de la vida. Que vuelve, sí, pero con su cara y su cruz de modo crudo.

Citas previas. Podré cortarme el pelo. En Antioquia lo llaman motilar. Y a mí me seduce la expresión. Cuando lo digo en Bogotá con acento español, el asombro y las preguntas llegan rápido. Encuentro una web donde me permiten hacer la reserva. Pero han improvisado para superar la crisis y es una ñapa: al seleccionar establecimiento me dice que no pueden entregar en mi dirección. No hay que entregar nada, más bien se trata de que te reciban. Es una plataforma para comercio electrónico convencional que no han podido terminar de adaptar. En mis rodeos tramposos camino del supermercado encuentro una peluquería que dice hacer reservas llamando a un móvil. ¿Así, sin horario de atención ni nada? Probaré un whatsapp en horario comercial. Basta con oír que debemos prepararnos para nuevos episodios de encierro colectivo como para facilitar al resto del mundo que se coordinen con nosotros. No dejamos de volar en avión después del 11-S, sólo se hizo más engorroso. Y se creó una nueva demanda de envases de productos de aseo personal para poder volar sin facturar equipaje. Una falsa productividad, seguramente.

A contracorriente. La peste es un socavón emocional y compruebo que nos deja a todos exhaustos en nuestra fe. Y que se acelera el miedo al cuestionamiento de tu cosmovisión a medida que se acerca el final. Puede que se pase con unas cervezas, pero está llegando el momento en que nos mostrarán y elegirán a los damnificados: es fácil la ira. Pero hemos dicho que no éramos creyentes y sí un poco cínicos. Cuando miras las gradas del estadio de tu equipo de fútbol y ves lo que hacen y dicen las gentes que comparte tus colores, sientes suficiente vergüenza ajena como para pensar que por qué te pusiste colores y corroboras, una vez más, que sea posible que pueda existir algo como los nuestros. Los nuestros sólo pueden ser algo íntimo, no incoloro, pero sí que destiñe. Los nuestros sólo pueden ser una forma de wabi-sabi.

 

Salidas: en la mañana y en la tarde, con cada licencia.

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