Ateos, apóstatas y cruzados durante la peste, día diez
23/03/2020. He comprado un termómetro nuevo: 35,6. La vida sigue igual.
Rieux was soon to find that the whole district was talking about the rats.
Camus, La Peste.
Ateos, apóstatas y cruzados. Cuenta el Real Instituto Elcano que el yihadismo cree que esta plaga es un castigo de dios a los enemigos del Islam. Exactamente eso: ateos, apóstatas y cruzados. Sería realmente decepcionante que no creyeran en ello. Es más, vaya mierda de religión si no es así. En España varios se ríen cuando un cura quiere sacar el santo para librarnos de la peste bíblica. Yo les digo que no deben reírse, porque son coherentes. En realidad, están poniendo a prueba su propia fe. ¿Y si dios no hace nada? Como si lo hace, es imposible de saber. En todo caso, dios no hace discriminaciones, un obispo en el Amazonas, contagiado; otro obispo, el de San Francisco de Macorís en Santo Domingo, también. Contamos con una monja paciente de coronavirus, pero la hermana Brígida ha superado ya dos cánceres y la malaria y no tiene nada que ver con la ciencia, seguramente. El arrebato de responsabilidad de hacer misas por Instagram me hace dudar de que crean en la misericordia del señor. Hay un devoto fiel que está en contra: «En otros tiempos como en el Terremoto de 1600 y tanto había procesiones en Santiago pidiendo la ayuda del Cielo. Y los terremotos cesaron…«.
Es la hora de la desazón. Se acumulan los muertos conocidos y los desconocidos. Con dios y sin dios. No encuentran qué hacer con los cadáveres y habilitan una pista de hielo como morgue. El Alcalde de Madrid dice que no puede más, que no podrá cremar y enterrar. Anuncian que el número de nuevos muertos es el mayor que ha habido desde el comienzo. Hay confusión con la curva, nos dicen confiados que en Madrid, el centro del mal en este momento, ya entran menos nuevos casos que en los días anteriores. Pero fían al 16 (¡el 16!) de abril el momento en que llegue el máximo. Es la hora de saber: ¿quién lo tiene a tu alrededor? ¿conoces a alguien? A mi lado materno, le han fallecido dos antiguos conocidos. Tengo dudas con la sobrina de Santiago que tiene lo que parece, sólo, una gripe. En mis llamadas diarias, nadie responde con un ¡yo, sí!. Pero ahí está, flotando.
Si es verdad que los viejos medicamentos contra la malaria no sólo te restablecen de la infección, sino que previenen, algo que sólo cuesta seis euros con setenta y cinco la caja, estaremos ante una reedición del poder de la kriptonita sobre supermán. O de cómo lo más poderoso tiene puntos débiles y únicos letales. Como una patada en los cojones. Y una vuelta de tuerca más al desquiciamiento de todos: ¿así, tan fácil? Tan fácil como que me puede salir fatal la profecía del daño definitivo a la reelección de Trump: él cree en ello.
Y todos seguimos hablando de la peste. Sin parar. Por el día y por la noche. Mi amigo Tarun, desde Bangalore, escribe para saber cómo estoy, cómo están todos y me dice: «Just freaking out with that craziness in this world«.
Salidas: sólo la basura. Por cierto, han adelantado la hora de recogida. Mucho.