Esperando al mesías: once jornadas ya
24/03/2020. Me tomo la temperatura y doy 34,5. Puedo morir de hipotermia, pero de coronavirus parece que no será. O falla mucho la tecnología contemporánea de termómetros.
‘What is this business about the rats?’ ‘I don’t know. It’s peculiar, but it will pass.’
Camus, La Peste
Las videoconferencias generan su propia etiqueta. Hoy necesitaba ir al baño tras una hora. Me hago el interesante en twitter: «mejorando la netiqueta de las videoconferencias: pipi stop preestablecido». Juanjo Carmena siempre a tiempo me dice que ya se inventó, «Bio Break es el nombre en inglés». El suceso paralelo es el éxito que están teniendo los e-sports: resulta que el fenómeno de la materia, un tal Ibai, organiza un torneo de fútbol que retransmite por doquier y ha debido de ser todo un éxito. El único fútbol que existe en esta desgraciada coyuntura es electrónico. Ibai tiene un documental sobre su vida (Mi Historia), lo que me parece muy notable para un hombre de 25 años. En él nos muestra a su abuelo, que es lo más vasco que he oído en años. Me interesa eso mucho más que ver jugadores de fútbol hechos de polígonos. Puedo ser un antiguo por no sentir el talento de Ibai, que lo tiene, pero sí tengo memoria digital suficiente para pensar que todos nos hemos convertido en un avatar que flota contemplando a otros en pantallas y que Second Life ha terminado por ser la vida real.
El dios de los judíos resulta ser mucho mejor que el de todos los demás. El mesías va a volver: «I am sure that the Messiah will come and bring us out as [G_d] brought us out of Egypt.» Es el ministro de sanidad de Israel y el ropaje no deja lugar a dudas de su fe y su militancia jasídica. No sé si ya llevamos 1.000 años esperando la segunda venida. Creo haberle leído al muy pío director de Hispanidad, mucho antes de la plaga, que es tanto el desbarajuste del Reino de Dios que algo va a suceder. Y yo lo entiendo como que la segunda venida de Jesús es inminente. Tomo nota: el día que termine la plaga estaremos pendientes no sólo de si llega el mesías, sino el de quién.
No soy el único que cree que a Trump el coronavirus le ha trastocado la marcha triunfal. Lo dice un fondo de inversión, fino, fino. Por lo menos, ya no quedo como un gilipollas.
Todo pasará, pero a ver cómo nos quedamos. Llegan los ecos de los desastres económicos. Un ERTE por allá, sólo el 75% del sueldo. La renovación de mi contrato, retrasada, aunque no peligra gracias al mesías que sea. Mi amigo Ángel perdió los clientes comprometidos justito antes de la explosión de la plaga: vendían demasiado bien en China. Sandra Dumit me remite la peculiar forma de crear una cartilla de racionamiento en RioNegro, Antioquia, Colombia: «pico y cédula», que para los europeos es poner una hora (viene de hora pico, punta que decimos acá) y mostrar el DNI para que te dejen comprar organizadamente y sin aglomeraciones. Sandra me dice: «Mártin, ¿pero ha visto lo que nos dejan comprar?». Leo despacio: «sólo podrá llevar un máximo de dos productos de aseo, tres productos de víveres y 5 kilos en granos». Sólo tienen 300 casos y ya parece la guerra.
Salidas: ninguna, ni al rellano.